sábado, 30 de diciembre de 2017

HOY EL DESAFÍO ES PONER A JESÚS EN EL CENTRO DE NUESTRA FAMILIA

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 5 y 7 años, y familiares para rato.


*HARTOS DE NAVIDAD*

“Siempre nos toca ceder a nosotros”. En Navidad siempre, siempre, hay un momento en que se oye esta frase: “Se acabó, ya estoy harta (o harto) de ceder”. Harto de ser yo el que friega los platos, o el que prepara la comida, o el que saca al perro, el que tiene que aguantar a la familia política… 

A nosotros nos pasó incluso antes de empezar las vacaciones. El motivo era el de todos los años: que si pasábamos más tiempo con la familia materna o con la paterna. Aún no habíamos llegado a nuestra ciudad de origen, y ya estábamos discutiendo dónde comíamos el 24.  A esto se añadía el que, como la Sagrada Familia, no teníamos sitio para dormir en Nochebuena ni en casa de unos abuelos ni en la de los otros. Y de pronto me imaginé a José y María peleando sobre cuántas noches dormían en Belén y cuántas con la prima Isabel. Y el reproche lógico de María: “Claro, si hubiéramos ido con mi prima, no habríamos acabado en este establo…” 

Realmente, nadie puede imaginarse a la Virgen quejándose, ni siquiera por dentro. Desde el momento en que supo que tenía a Jesús en su vientre, se lanzó a servir a los demás, empezando por Isabel y Zacarías, los padres de Juan el Bautista. Y lo hacía con alegría pegadiza, porque necesitaba compartir el milagro que llevaba en su vientre. 

Llevamos una semana de Navidad, una semana con el Niño. Navidad es una época de visitas, de encuentros, de tantos ratos en familia. Es una época dura, porque servir es duro, porque nuestros familiares no son perfectos, ¡ni nosotros! Pero Dios se ha hecho Niño para estar con cada uno. Está deseando compartir nuestra vida imperfecta. 

Podemos cerrarnos, aislarnos, vivir en la queja, o podemos ir a nuestras familias *con el espíritu de María:* desde la confianza de que “el Señor está conmigo”, desde el asombro porque se ha fijado en nuestra pequeñez, y nos ha puesto ahí, como a María, para iluminar a nuestra familia. Viendo cómo me ama Dios, que ha venido al establo de mi corazón, puedo entender cómo les ama a ellos, cómo quiere que yo les ame.

*Hoy el desafío en familia* es meter a Jesús en el centro. Pon a tus seres queridos delante del Niño, en brazos de su Misericordia y su Providencia. Dale gracias y ora por todos, también por ese familiar que te trae tantas cruces. Pídele mirarlos como Él los mira, acogerlos como Él los acoge, amarlos como Él los ama.


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