sábado, 29 de diciembre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES RECLAMAR TU SITIO

Miguel y María tienen un hijo de 11 años.

*UN POLLITO EN EL PORTAL*

Desde siempre, que yo recuerde, a mi hijo le gusta jugar con las figuras del belén.  Como el nuestro es de barro, le compramos uno de plástico para que jugara. Había uno para jugar y otro que no podía tocarse. Hace unos años que ya le dejo jugar con las figuras de barro si lo hace con mucho cuidado, y el resultado es muy divertido porque ¡mi belén está vivo! Cada día, las figuras aparecen en un lugar distinto.

Hace un tiempo encontramos, no recuerdo dónde, la verdad, un pollito del tamaño del belén; no pegaba demasiado, pero era muy divertido y decidimos incorporarlo al portal con el resto de animales. Un día -jugando- le dije a mi hijo que él era ese pollito y lo puse a la cabecera del Niño Dios. La idea cuajó y desde entonces es una de las figuras más importantes de nuestro belén. Cada Navidad, el pollito feo y despeluchado reclama su sitio al lado de la Sagrada Familia. Muchos días, lo confieso, tengo envidia del pollito.

En este tiempo de Navidad *el desafío en familia* es reclamar tu sitio, como cualquier figura del belén. Qué descansado es estar al lado de Jesús y cómo consuela sentirse querido por Él. Puedes ser un pollito, una lavandera, un pastorcillo o una araña, eso es lo de menos. Vuelve a ser un poco niño y juega con tus hijos (sobrinos, nietos...), juega solo o en familia. Imagina historias que suceden alrededor del portal. Porque como dice el Evangelio "Si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3). Ánimo, que aún estás a tiempo.
¡Feliz Navidad!



sábado, 22 de diciembre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES VER LO IMPORTANTE

María y Álvaro tienen una hija de 2 años y otro en camino

*PLANEANDO LAS VACACIONES*

Estábamos organizando las Navidades -planes por aquí y por allá, nosotros en el centro, individualmente… -buscando que nos dé tiempo a hacer todo lo que queremos hacer y ver a la gente que queremos ver, tener nuestros espacios... organizando "nuestras vacaciones", en definitiva. 
Y al escuchar el Evangelio de este domingo, que relata la visita de María a su prima Isabel, no me he imaginado a Isabel haciendo esperar a su prima, sino soltando lo que tiene entre manos y atendiendo a María. Sus palabras muestran que todo se remueve en ella, que Juan salta en su seno, que nada hay más grande ni más importante que la presencia de María con Jesús. 
Yo, en cambio, no soy capaz de dejar mi estudio, las compras de Navidad, los planes con mis amigos, en un segundo plano, para ponerme delante del Señor y entregarle las Navidades. Parece que vamos a llegar a la comida de Navidad y lo más importante es que lo que me toca llevar esté bueno, lo haya preparado bien (qué duda cabe que esto es importante, pues es una comida de celebración). Pero va a nacer el Niño y toda mi actividad lo tapa. 

Por eso *hoy el desafío en familia* es, con la llegada de estos días sin cole (y algunos sin trabajar), organizarnos alrededor de las cosas importantes, poner el nacimiento de Jesús en el motor de todos nuestras ocupaciones. Quizá reservar el primer momento del día… o el último, pero no dejar que pase ese rato aparentemente sin nada que hacer más que contemplar al Niño Dios, como lo hacían María y José.



sábado, 15 de diciembre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES ABRIR EL CORAZÓN A LA ALEGRÍA

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 6 y 8 años

*LA TRISTEZA DEL HOMBRE VIEJO*

Huele a Navidad. A una semana de distancia, presentimos la llegada del Señor… y de las vacaciones. A veces estas fiestas nos sorprenden con sentimientos enfrentados: ante tanto amor, y tanta celebración, hay una reacción de rebeldía y de tristeza. 

Unas veces, es sólo que estamos tan cansados que ya no recordamos por qué nos afanábamos tanto: “¿Por qué está todo el mundo tan contento, si yo no puedo con mi alma? ¿Por qué mis hijos quieren que juegue con ellos, con todo lo que queda por hacer?”. Y siento la vida como si fuera un examen al que no quiero presentarme.

Otras veces es más bien que algo en mí se rebela, como Herodes contra ese “nuevo rey” que llega a destronarme. Mi egoísmo, mi comodidad, mis privilegios, sienten nostalgia de esa época en la que eran los reyes, cuando nadie venía a molestar, cuando había tiempo para todo... Es el “hombre viejo” que vive en mí, la posada cerrada al Señor. 
Me pierdo lo más importante, enfrascado en mi tristeza. 

¿Lo que me pierdo? La ilusión, la alegría de los preparativos. Como la que sienten mis hijos cuando preparan el desayuno a mamá y se lo llevan a la cama en una bandeja. Ese momento es tan mágico que a veces mamá se ha hecho la dormida sólo para que ellos puedan prepararlo. 

Estamos tristes cuando nos encerramos. Cuando nos quedamos solos. Pero la vida no es una carrera de obstáculos, ni un examen, es un regalo de quien nos ama. Dios no sólo se hace el dormido para que le lleves el desayuno: se hace hombre, niño, para que le abras la puerta y lo metas en tu casa. Y sí, se le cae la baba contigo. Aunque el desayuno no esté perfecto...

*Hoy el desafío en familia* es abrir el corazón a la alegría. ¿Estás triste? Reza. Contempla a Jesús que llama a tu puerta. Dios quiere dormirse en tus brazos, jugar contigo a la peonza, o a las muñecas, o al cuatro en raya. Quiere compartir su vida con tu familia. No le importa si tu casa está perfecta. Es perfecta para Él. Es todo lo que desea. ¿Estás triste? ¿Por qué no te dejas querer?


sábado, 8 de diciembre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES SABERME NECESITADO DE SALVACIÓN

Pascual y Esther tienen una hija de 2 años

*«MAMÁ, YO SOLITA».*

Hemos llegado a la fase infantil de reafirmación y autonomía de la peque. Estamos casi en un diálogo repetitivo de 'No’ y 'Yo solita' casi interminable. Que, además de agotar un poquito las fuerzas, me ayuda a ver cómo me relaciono con mi Padre.

Cuántas veces le digo 'No’ yo a Él y aunque me equivoque mil veces, cual perfecto GPS, me vuelve a acercar a su corazón. Cuántas veces le insisto en 'Papá, yo solita'. Creo que lo hago yo, o que con mis fuerzas podré; lo conseguiré, pienso, cuando a la vuelta de la esquina asoma mi debilidad esperando su turno.

Veo mis retos personales, de matrimonio, en el trabajo… Me siento capaz de solventarlos, proponiéndome un gran plan para ir dando pasos, y no me doy cuenta que necesito de su mano. La misma mano que le insisto a mi hija que coja cada vez que se enfrenta a algún gran reto y ella, como yo, seguimos diciendo 'Yo solita'..

Tras una semana de Adviento, ya comienza a oler a Navidad. Y hoy el Evangelio me provoca un gran eco cuando dice “Preparad el camino del Señor… y todos verán la salvación de Dios”. Tengo claro que debo prepararme y dejarle acercarse a mí... pero yo sigo empeñada en mi 'Yo solita Papá'. Y esto es porque no siempre veo que necesito ser salvada. Necesito cogerme todo el tiempo de su mano. Querría saber dejarme abrazar hasta no necesitar nada más que sentir su corazón latiendo en mi mejilla.

*Hoy el desafío en familia* es reconocer mis 'Yo solita Papá' en mi casa, mi trabajo, mi intimidad. Reconocer dónde necesito ser salvado y prepararme en esos tres ámbitos concretos para su llegada. Déjale un hueco en tu corazón preparado para que lo inunde de su Amor, sintiendo su latir en tu mejilla el día 24. ¡Feliz preparación de la Navidad!



sábado, 1 de diciembre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES PREPARARTE COMO LA PRIMERA VEZ

Santi y Sara tienen cinco hijos de 11,9,7,3 años y 2 meses.

*¿ATACADA PERO ALEGRE?*

Cuando en casa viene gente a cenar, hay distintos escenarios potenciales: 
Primero: cuando son amigos; hay varias posibilidades: que lleguen y esté todo hecho (previa decisión entre todos del menú o que nos pongamos originales para probar). Que lleguen y esté todo a medias y ya lo rematamos entre todos. Que cocinen ellos y traigan la compra, incluso. Que pidamos la cena para que nadie trabaje o porque la vida ha sido muy rica y no hemos tenido tiempo. Todo esto, relajados y viviendo en confianza y con tranquilidad.

Segundo escenario: cuando no son amigos o es la primera vez que vienen a casa: tensión con los niños para que salgan de en medio y nos dé tiempo a preparar el menú que tanto nos ha costado pensar (porque no les conocemos y no sabemos qué les gustará, así que eliges algo un poco “universal” para que te salga bien y les guste). Tensión con tu marido para que la mesa esté puesta cuando lleguen y no quede nada más que hacer que recibirles y sentarse cenar…

Comenzamos el Adviento y, pensando en ello, me parecía similar a esta situación. El Señor, un año más, nace para vivir con nosotros, para hacerse hombre. Estamos muy acostumbrados a ello y, a veces, nos relajamos en nuestros preparativos. Está bien relajarse, es nuestro Padre, nos conoce más que nadie, nos quiere por encima de todo… ¡podríamos acogerle hasta en pijama! Pero…¿no te parece que es la conjunción de las dos situaciones la que se hace perfecta para Él? ¿La confianza de que viene “a tu casa” y la necesidad de que esté todo listo para que la acogida sea la mejor posible?

*Hoy el desafío en familia* es empezar a organizar la acogida. ¡Viene el Niño Jesús! Te puedes preparar sin tensión (viene Él, tu Padre, sabes que le gustará lo que hagas) y con la confianza de que llegarás a tiempo y todo estará listo.