sábado, 28 de abril de 2018

HOY EL DESAFÍO EN FAMILIA ES CREAR RUTINAS DE AMOR

María y Miguel tienen un hijo de 11 años.

*BESOS SIN VASELINA*

Tenemos una alarma en el móvil para no llegar tarde. Cada mañana se repite la misma escena: suena la alarma y salimos de casa a toda prisa; el primero que sale llama al ascensor y todos subimos comprobando que llevamos los libros, el móvil, las llaves, la media mañana... Al llegar al cero, mi marido sigue hasta el garaje y el niño y yo, después de darle un beso, salimos a la calle. Los dos necesitamos usar vaselina a diario para que no se nos corten los labios, pero a mi marido no le gusta que le demos un beso con restos pringosos, por eso esperamos a despedirnos de él para usarla. Tenemos, por así decirlo, nuestra rutina de salida.

La mayoría de nosotros tiene rutinas diarias (no escritas) para muchos momentos del día: los deberes de los niños, la hora de la ducha, el cuento de la noche... son formas de organizarse para no dejar nada en el tintero.

¿Y qué pasa con Dios? ¿Tenemos momentos fijos en los que nos dirigimos a Él? Porque si dejamos algo tan importante en manos de la improvisación corremos el riesgo de olvidarnos. "Sin mí no podéis hacer nada", dice el Evangelio de hoy. Necesitamos estar unidos a su amor para vivir con alegría y transmitir a los demás la gozosa esperanza de su Resurrección, pero ¿cómo  vamos a estar unidos a la Vid si apenas recordamos que existe?

Esta semana *el desafío en familia* es crear rutinas para elevar tu corazón a Dios. Todos necesitamos establecer un mínimo para no pasar nunca el día sin dirigirnos a Él. Te doy algunas ideas: saludarlo al pasar por esa iglesia camino del trabajo, rezar el Ángelus o el Reina del Cielo, bendecir la mesa, leer unos minutos los Evangelios, un avemaría antes de acostarte... lo que quieras. Te propongo que elijas tres instantes de encuentro con tu Padre Dios a lo largo del día. Te estará esperando. ¡Feliz domingo!



sábado, 21 de abril de 2018

HOY EL DESAFÍO ES CAZAR A NUESTROS ENEMIGOS

María y Álvaro tienen una niña de dos años. 
*¿QUIÉN ODIA A LAS MONJITAS?* 
Esta pregunta me la hizo la hija de unos amigos cuando, en un convento de religiosas, escuchó a todas las monjas cantar en el Benedictus: "Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian". Fue entonces cuando se giró hacia mí sorprendida y me preguntó entre susurros: "¿Quién odia a las monjitas?". 
 Buena pregunta. 
 Y entre susurros también, le contesté que a veces no son odios muy muy fuertes como los de una guerra, pero muchas veces tenemos pequeños gestos con los que tenemos al lado con los que les hacemos daño o no buscamos su bien, como cuando discutimos o pegamos a nuestro hermano o le quitamos la goma de borrar a nuestra compañera… 
Concluí diciéndole que las monjas también tienen esas cosas entre ellas y a lo mejor una mira para otro lado para no tener que fregar, o discuten entre ellas por alguna cosa. 
Al margen de que espero que ninguna de las religiosas me escuchase, esta pregunta me hizo plantearme cuáles son esos pequeños odios que tenemos en nuestra familia y que se cuelan haciendo más difícil querernos. 
 En efecto, solos no podemos. Necesitamos a Jesús, Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, salvación que nos libra de esos enemigos, que nos llama, hoy más que nunca, a escuchar su voz de Pastor y volver al rebaño, a nuestra familia. 
Por eso,*hoy el desafío en familiaes identificar y desterrar alguno de estos odios, alguna de estas heridas o de estos malos hábitos que son como piedras para el desarrollo de nuestra familia. Con ayuda del Señor, cada vez estaremos más unidos, a pesar de nuestros defectos.


sábado, 14 de abril de 2018

HOY EL DESAFÍO ES PEDIR AL SEÑOR PACIENCIA Y HUMILDAD

Pilar y Guillermo tienen 5 hijos de 20, 19, 14, 11 y 4 años.

*COMO LAS BUENAS CROQUETAS*

Hace poquito, dos esposos con poco tiempo de casados nos contaban, abriendo sus corazones, algunos problemillas que estaban teniendo. Él se quejaba de que las cosas no estaban siendo, en algunos aspectos, como él esperaba que debían ser en el matrimonio: tenía muy claro que “esto” debía ser así, y “esto” asá, que ella debía reaccionar de tal forma en estas ocasiones y de tal otra en estas otras… pero eso no ocurría como a él le hubiera gustado. Vaya, que tenía muy claro cómo debía ser el “matrimonio perfecto”, pero las cosas no salían bien… 

Me recordó un montón a mí de recién casada. Tenía las cosas “clarísimas” y quería imponerlas, exigiendo a Guillermo, muchas veces, una perfección difícil de alcanzar, hasta el punto de que ambos nos desesperábamos. Intenté tranquilizarles: las cosas tampoco les estaban yendo tan mal, simplemente él estaba impaciente por que saliera ya todo bien, pero eso no se consigue de la noche a la mañana, igual que Dios nos va trabajando poco a poco a cada uno. El matrimonio es igual: si nos dejamos, Dios lo va trabajando despacito. Solo tenemos que tener paciencia, la misma que tiene Él con nosotros. Guillermo y yo ahora seguimos fallando, seguimos teniendo los mismos defectos, pero estamos aprendiendo a aceptarlos y a vivir con ellos con tranquilidad.

Es como la buena cocina, que suele necesitar *paciencia y trabajo.* En casa, por ejemplo, a Guillermo le encanta cómo me salen las croquetas, pero para que me salgan así necesito estar mucho tiempo haciendo la bechamel. Dejo que vaya cociendo despacito la leche con la harina y, según se va consumiendo, voy añadiendo más leche y doy vueltas y vueltas con paciencia y con cariño. Puedo tardar hasta tres horas o más si quiero que salgan suaves y cremosas, suelo ocupar toda la mañana. Estoy segura de que, si le echara menos tiempo, tendría el mismo número de croquetas, pero mucho menos ricas, como yo digo: puro “engrudo”, que cuesta tragárselas...

*Así es como Dios trabaja en nosotros,* en nuestro matrimonio y en nuestra familia. A veces nos sabemos a la perfección la teoría, hemos ido a muchos cursos, sabemos los fundamentos. O tenemos una idea de cómo deben ser las cosas, pero nos damos cuenta de que no llegamos, que no es tan fácil. Y perdemos la paciencia. Entonces es cuestión de dejarlo en manos de Dios, dejar que Él lo haga.

*Hoy el desafío en familia* es pedirle al Señor que nos dé paciencia y humildad con nuestro matrimonio y nuestra familia, que nos ayude a no desesperar también con nuestros hijos. Que nos dé fe para aceptarlos con sus defectos igual que Él nos acepta con toda nuestra miseria. El tiempo, el amor y la paciencia irá haciendo a nuestra familia como a las buenas croquetas.


sábado, 7 de abril de 2018

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE TOCAR POR DIOS

Pascual y Esther tienen una hija de 2 años

*DICHOSOS LOS QUE CREAN SIN HABER VISTO*

Una tarde conducía y casi sin darme cuenta me aturdía un mundo de luces de coches, anuncios, semáforos, escaparates, ruidos y unas cien llamadas de mi hija que insistentemente me decía “Quierooo bajaaar''. Me pareció irónico escuchar en ese momento la canción: “It's gonna be ok”. 

Son estos mismos sentidos los que nos permiten identificar por el olor una tienda de moda, o el de una rica panadería que te atrae cual imán. Pero, me pregunto, por qué no siempre mis sentidos lo tienen tan claro para notar al Señor y sentir esa misma atracción. *Cuántas veces necesito como Santo Tomás tocar a Cristo para reconocerle.* 

Una vez, preguntando, me dijeron que al Señor se le reconoce, en momentos de tanto ruido, no necesariamente tocándolo, sino *viendo sus huellas:* así te haces consciente de que es Él quien ha pasado por allí. Siempre nos acompaña, aunque no le veamos claramente, aunque nos apartemos por nuestro pecado. Cuántas veces  me quejo: ¿por qué ahora sólo veo mis huellas?, sin entender que realmente son sólo las de Él, que me sostiene en un amoroso abrazo. 

Paseando por un pinar con mi familia me di cuenta de que hasta en los momentos que huimos de esos ruidos, del estrés, cuando parece que todo es contemplación… necesito la mirada de la más pequeña para ver la belleza de una pequeña piedra que brilla en el camino, que me invita a observar diciendo sin cesar “Toca mamá, toca”. En ese momento veo cuántas veces paso delante del Señor sin darme cuenta de la enorme luz que le hace brillar en mi camino hasta que le toco, o mejor dicho hasta que me dice 'trae tu dedo, trae tu mano, no seas incrédula''. 

*Hoy el desafío en familia* es hacer un esfuerzo por acallar nuestros ruidos internos y externos. Y pedir la gracia de que aumente nuestra fe, para que podamos saberle con nosotros como estuvo en medio de los discípulos en el octavo día, sin necesidad de tocarle. Que nos ayude a sentirnos amados por Él, sin necesidad de buscar huellas. Que nos ayude a verle sin saltarnos su luz en el camino.