sábado, 30 de octubre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES CONTEMPLAR

María y Álvaro tienen una hija de cinco, uno de dos años ¡y un bebé de cinco días!

EN MEDIO DE LA MARABUNTA

Esta semana tenemos a unos abuelos confinados, otros abuelos en el hospital, unos tíos también confinados y otros trabajando, y en medio de esta marabunta... ¡ha nacido la gorda!

Estrés, logística, emociones a flor de piel... Todo lo que diga es poco. Pero ahí está la enana, sana, feliz.

Esta semana el Señor les concreta a los apóstoles cuál es el mandamiento principal. Cuál es el centro. Dónde hay que dirigir la mirada. Y tantas veces en nuestra vida es precisamente el ahogo de ciertas situaciones lo que nos "invita" a mirar lo importante, a quedarnos en lo esencial. 

A veces tenemos todo tan seguro, tan estable, que el Señor es un complemento bonito en nuestros planes. Pero cuando las cosas no salen como las teníamos pensadas tenemos dos opciones: podemos frustrarnos o bien levantar la mirada y descubrir a Dios en las situaciones, en lo esencial de la vida. Y desde ahí empezar a contemplar. Poner a Dios sobre todas las cosas.

Y contemplar se hace fácil con una pequeña que acaba de nacer, totalmente indefensa, que se calma al estar en brazos y sentir el calor de quien la quiere, que es un regalo y que ilumina, desde el sentirnos sobrepasados, lo esencial de acoger la vida que llega. 

Por eso el desafío de hoy es parar y mirar a nuestra familia, descubrir a Dios en ellos y dar gracias. Parar de hacer planes, por un momento y contemplar a aquellos que el Señor nos ha regalado.



sábado, 23 de octubre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE MIRAR POR DIOS

Antonio e Isabel tienen tres hijos de once, nueve y dos años.

SIN ALIENTO

Cuando nos casamos ya había móviles, pero aún no existía el wasap. Recuerdo escribirle un mensaje de texto la mañana de la boda diciéndole que la había visto salir de la peluquería. Era una mentira verosímil y yo sabía que estaba muy nerviosa con que todo saliera perfecto. 

No todo salió perfecto. De hecho, a veces creo que nos hemos detenido demasiado en los detalles que podían haber ido mejor. Lo bueno es que, a una distancia de catorce años poco importan ya esos pequeños fallos. Lo que nunca se me olvidará fue la impresión de ver a mi futura mujer entrando en la iglesia vestida de novia. No sabía que me casaba con una mujer tan guapa. Me quedé anonadado, realmente sin aliento. Fue como verla por primera vez. Fue como verla con los ojos de Dios. 

Cuando nos veamos en el cielo como Él nos ve, normalmente pensamos que lo primero que se verá son nuestros pecados. Dan pocas ganas de ir al cielo si hay que pasar por un juicio así. Sin embargo, aunque nuestros pecados sean muchos, la misericordia de Dios es infinita. Y al posarse sobre nosotros no es solo que nos mire con buenos ojos, no es que haga la vista gorda, es que su mirada nos sana y nos redime. 

Cuando vayamos al cielo pensaremos en lo ciegos que estábamos. En el inmenso regalo que nos estaba dando con nuestro matrimonio y que no éramos capaces de ver. 

Hoy el desafío en familia es dejarse mirar por Dios. Él ve los límites de tu matrimonio, tus infidelidades y tus rutinas, vuestra falta de esperanza y vuestro egoísmo. Pero también ve los frutos que vais a dar, los que ya estáis dando aunque no los veáis. No solo te perdona. Te mira y te ve tan maravillosa que se queda sin aliento. Te ama y te confía a la persona que más ama en el mundo para que la cuides como tu esposo, tu esposa. Él ha muerto para que tu familia viva. Déjate sanar. ¡Feliz domingo!



sábado, 16 de octubre de 2021

HOY EL DESAFÍO EN FAMILIA ES EJERCITAR LA PACIENCIA

Sara y Santi tienen 5 hijos de 13, 11, 10, 5 y 3 años.

SUS TIEMPOS, MIS TIEMPOS, LOS TIEMPOS DE DIOS.

Estábamos raros. Todo bien, pero Santi con muuuucho trabajo y horas encerrado en la habitación y, cuando salía, no le daba la vida más que para lo básico (que no suele incluir ocuparse de algo distinto a sobrevivir, jejeje). Y yo con mi trabajo, mil recados, visitas médicas con unos y otros (es decir, almacenando cosas en la cabeza como si fuera un trastero).

Un día y otro y otro, y yo intentando hablar, que fuera capaz de mirarme y de “hola, ¿qué tal estás?”. Porque la vida en estos términos es un poco solitaria, la verdad (para ambos).

En estas, decido que el jueves nos vamos a ir a pasear. Tenemos que hablar de nosotros, de cosas pendientes que decidir, sobre los niños, de…”Hola mi amor” “¡Eres tú!”, de sentir que somos matrimonio, no colegas de piso.

Total que, conseguimos hablar de…¡mover habitaciones! ¡Esto es de broma! ¿Aún encima hay que buscar el momento apropiado? Con lo que nos ha costado encontrar este, no creo que encontremos otro. 

Pero sí, no hay nada como un paseo al sol, al lado del mar, en horario normal, un día de calma matrimonial (sólo hay que juntar un millón de circunstancias, jajajaja) y…la conversación sale.

Hoy el desafío en familia es ejercitar la paciencia. A veces tenemos que pasar pequeños baches y aprender a sobrellevarlos, a esperar el momento adecuado. Es como hacer gimnasia del corazón. Dios nos quiere en cualquier circunstancia y con nuestros defectos, con nuestros alejamientos y acercamientos. Pues lo importante es aprender a querer a nuestro cónyuge los días de sol y los días nublados, aprendiendo a amar de verdad, a imagen de Dios y con la paciencia que el amor brinda.




sábado, 9 de octubre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES MIRAR CON SUS OJOS

María y Miguel tienen un hijo de 14 años. 

A PUNTO DE CORTOCIRCUITAR

Habíamos tenido un fin de semana intenso de discusiones y peleas mi hijo y yo. De tira y afloja. Reconozco que estaba agotada y bastante frustrada. ¿Por qué me hace sufrir tanto mi propio hijo?¿Lo estoy haciendo bien?¿Qué es lo que hago mal?¿Soy demasiado blanda, dura, me está tomando el pelo...? ¿Se me irá por el mal camino? Estaba a punto de cortocircuitar. Ese domingo fuimos a misa "juntos". Digo "juntos" porque llegamos su padre y yo por un lado y él por otro. A Dios gracias, se sentó con nosotros. Con el día que llevábamos, no me hubiera extrañado que buscara el otro extremo de la iglesia. Yo seguía disgustada y dolida pero lo quería cerca. Durante la celebración lo miré un momento y, no sé cómo ni por qué, vi de nuevo a mi hijo, no al adolescente impertinente y contestón, a mi hijo querido, sé que el Señor me prestó por un momento su mirada amorosa porque la paz volvió a mi corazón.

El Evangelio de hoy dice que cuando el joven rico se dirigió al Maestro, este: "se quedó mirándolo" y "lo amó". ¿Cómo miraría Jesús?¿Cómo serían su expresión, sus ojos, su sonrisa? ¡Qué maravilla sería mirar a mi familia con los ojos del Señor! Esa mirada que todo lo disculpa, todo lo perdona al instante y todo lo comprende.

Hoy, el desafío en familia es pedir prestada a Jesús su mirada amorosa para dirigirla a uno de los nuestros: al plasta de tu marido que lleva toda la semana muy antipático o a esa hija que te saca de quicio con sus diabluras. Pídele que te ayude a recordar cuánto los amas y el gozo inundará tu corazón. ¡Feliz domingo!



sábado, 2 de octubre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE ABRIR LOS OÍDOS

María y Álvaro tienen dos hijos de cinco y dos años y una a puntito de nacer

¿OTRA BODA? 

Este mes pasado hemos tenido tres bodas, y ahora, cada vez que decimos en casa que hay alguna fiesta, la mayor me pregunta: ¿Una boda?

Y aunque ha sido un mes intenso, y yo estoy ya para pocas fiestas, estas bodas nos han recolocado un poco en nuestro matrimonio. Ver a otros felices, elegantes, habiendo preparado con todo el mimo la celebración, diciéndose que se entregan uno a otro para toda la vida... Te cuestiona. Y nos hemos mirado a los ojos mi marido y yo, y con cierto asombro hemos recordado que eso mismo que se están diciendo, nos lo dijimos hace unos años. Y que prometimos decirlo siempre, vivirlo cada día. 

Ay. Pero luego los estreses de la vida, la logística familiar nos puede empujar a convertirnos en un centro de gestión en que esas palabras del matrimonio tienen cabida relativa. Y esa ilusión por vivir con el otro (no por sobrevivir la semana, que los niños lleguen al cole, que comamos todos los días... Que está bien, pero no es lo primero del matrimonio) parece oculta tras la montaña de quehaceres.

El Señor hoy en el Evangelio nos recuerda que nos casamos para siempre. Pero no como un castigo, sino como un regalo, un proyecto común que no siempre es fácil pero en el que no estamos solos.

Por eso, el desafío de hoy es coger las palabras del rito del matrimonio, volver a prometernos aquello que nos dijimos. Puede ser en plan fiesta, con los niños y patatas fritas, o en el momento de 5 minutos antes de ir a dormir. Pero busquemos un momento de volver a recordar la entrega que nos hemos hecho.