sábado, 25 de septiembre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES DEJAR DE CONTROLAR

 Antonio e Isabel tienen tres hijos de diez, nueve y dos años.

ANIVERSARIO PASADO POR AGUA

Hay semanas complicadas. La vuelta a la rutina siempre cuesta. Sus deberes, tu trabajo, los uniformes, has vuelto a perder el cuaderno... Pero si le añades una noche en urgencias con el bebé, cuatro lavadoras de vómito extra, seis grupos de exámenes por corregir, y dos preadolescentes que se aburren en casa, la semana puede convertirse en un túnel infernal. 

Pero se puede añadir algo más a esa semana. Porque resulta que hemos hecho catorce años de casados. Cayó en martes, claro. Un día para olvidar. Al final de la semana, como una obligación más, toca conseguir canguro y reservar un sitio para cenar. Una cosa más que añadir a la lista de deberes. 

¿Y dónde está mi amor primero? ¿Y dónde está Dios? Sepultados por una montaña de obligaciones. Menos mal que Él es misericordioso y nos busca como a la oveja perdida. 

Como el bebé malito se pone ñoño y pesado cuando no está en brazos de mamá y papá, así nos pasa a nosotros. Necesitamos descansar. Y el único descanso verdadero es el Señor.

Por eso hoy el desafío en familia es dejar de controlarlo todo. Ponte en manos de Dios, que lo va a hacer mejor que tú. Déjate querer. Retoma ese rato de oración que, es cierto, te quita tiempo, pero lo necesitas para oxigenarte. Trata también de descansar en tu esposo, tu esposa. Buscad ratos para estar juntos para contemplaros sin hablar de logística. Poneos juntos delante de Dios, y él enviará su Espíritu sobre vosotros. La semana siguiente será igual de complicada. Pero no tendréis que llevarla solos.



sábado, 18 de septiembre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES MANTENER A MARTA A RAYA

Santi y Sara tienen 5 hijos de 13, 11, 10, 5 y 3 años.

PARA TODO LO DEMÁS, MASTERCARD.

¿Recuerdas ese anuncio?: Tienes posibilidad de conseguir muchas cosas y, lo que no puedas, Mastercard está ahí para proporcionártelo. ¡Qué ganas de que fuese así de sencillo todo en la vida!

Esta cabeza mía, fundamentalmente operativa, tiende a llenarse de quehaceres constantes para cubrir lo necesario y los “por si acaso”. Esto hace que Marta, la de Betania, sea un personaje de la Biblia con quien me identifico fácilmente.

Cuando eres así, es fácil que lo urgente quite tiempo a lo importante. Que los “hay que” sustituyan a los tiempos dedicados a las personas, que la atención a sus necesidades corporales ensombrezca a las espirituales/personales.

No sé si es una mala interpretación de la “servidumbre” a los demás o que nos agarramos a lo más sencillo de hacer pero hay que admitir que ¡Marta mola mucho, pero absorbe!

Es decir, muy fácil volver a caer en el “ya lo hago yo todo” en vez de pedir al “Mastercard” por excelencia, al que TODO lo puede, esa ayuda necesaria.

Por esto, hoy el desafío en familia es mantener a nuestra Marta a raya. Pedir al Jefe ayuda sabiendo que no llegamos ni de broma a todo lo que nos pide y que, sin Él, no podremos nada. ¿Cómo sería posible trabajar bien, educar y querer bien a los hijos, querer a nuestro marido, cuidar a nuestros amigos, y además mantener una relación con Dios? Sin Él nada puedo, nada soy.



sábado, 11 de septiembre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES PERDER EL TIEMPO

María y Miguel tienen un hijo de 14 años

MAMÁ, NO PUEDO PERDER EL TIEMPO

"Mamá, no puedo perder el tiempo, voy a hacer Tercero". Esto me decía mi hijo hace unos días cuando hablábamos para organizar el curso. Se había puesto unos objetivos poco realistas (levantarse muy temprano para hacer deporte, estudiar hasta las tantas...) y yo intentaba hacerle ver que algunas veces para ganar, hay que "perder": descansar bien para rendir en clase y aprovechar el tiempo de estudio para no dedicar toda la tarde a lo mismo. De momento sigue con su exigente plan, no puedo ni quiero frenarlo pero me temo que la falta de sueño pronto le pasará factura.

Este ritmo loco que llevamos con frecuencia nos empuja muchas veces a correr y correr, a hacer cosas sin parar, y olvidamos, en ocasiones, lo importante. Recogemos a los niños del cole, hacemos la compra, los llevamos al parque o a un cumple, pero no les prestamos realmente nuestra atención. Nos desvivimos por nuestra familia o por nuestros amigos pero no nos damos cuenta de que este tiene ojeras o aquel está nervioso. Necesitamos calma para mirarlos, preguntar y escuchar lo que nos dicen... y lo que no nos dicen, porque con frecuencia una mirada dice más que una explicación. 

Hoy el desafío es perder el tiempo con los tuyos. Fíate del Señor y pierde un poco tu vida para ganarla. Escucha con los cinco sentidos las inquietudes de tu marido o tu mujer en el trabajo, las quejas de tu adolescente o el entusiasmo de tu pequeño de ocho años que, emocionado de volver a ver a tus amigos, no para de hablar y hablar como un loro. "Pierde el tiempo" en amarlos y el Señor te devolverá el ciento por uno en armonía familiar. ¡Feliz domingo!



sábado, 4 de septiembre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE ABRIR LOS OÍDOS

María y Álvaro tienen dos hijos de cinco y dos años ¡y una en camino!

JUGANDO CON LOS COCHES

El enano tiene dos años, y puedes hablarle y darle una indicación veinticinco veces, que como esté jugando con los coches o ignorándote sin más, le entra por un oído y le sale por el otro. Ni da señales de recepción de la información. Dicen que es normal a esta edad, que es la «primera adolescencia» (oh, Dios mío...) Pero la realidad es que es desesperante para nosotros. Yo a veces tiro palabras que captan atención, tipo «galleta» o «chocolate» a ver si así gira la cabeza en busca del tesoro que ha escuchado, pero a veces ni siquiera esto funciona. 

Pero gracias a Dios hay momentos y situaciones en que, aunque parezca otro, este mismo bichito es un cojín de mimos, que nos busca y se acurruca como si fuésemos su único refugio, y me mira preguntando ¿A que tú me proteges si viene un tigre?

Hoy el Señor abre los oídos a los sordos y hace hablar a los mudos, y me planteo si yo le dejo que se acerque a mí, si le escucho o si más bien estoy a mi bola mientras Él me llama una y otra vez, y solo de vez en cuando, cuando tengo miedo, me giro a asegurarme de que Él me protege. 

Y creo que en la vorágine de nuestra vida estamos «jugando a los coches» y no dejamos que Él entre, que ponga sus dedos en nuestros oídos y nos disponga a escucharle.

Por eso hoy el desafío es dejar que nos abra los oídos y nos desenrede la lengua; pensar, ahora que empieza el curso, en cómo vamos a dejar que Dios se haga presente en nuestro día a día.