sábado, 31 de marzo de 2018

HOY EL DESAFÍO ES RESUCITAR A LA ALEGRÍA DE LA PROMESA CUMPLIDA

Sara y Santi tienen 4 hijos de 10, 8, 6 y 2 años. 

*CUANDO TE DOMINAN LOS QUEHACERES DIARIOS Y NO MIRAS MÁS ALLÁ*

En mi vida diaria gasto mucha energía en que las cosas funcionen: que al salir los niños para el cole tengan hechas sus tareas (camas, lavaplatos, peinarse…) y que vayan con tiempo. Intento que no se me escape ningún momento educativo y ahí estoy en tensión explicando, llamando la atención, hablando, exigiendo, haciendo comidas, planificando… ¡Hay tanto que hacer!

No es la primera vez que me doy cuenta (o si no ya me lo hacen saber los niños) de que me enfado con facilidad. Me justifico con que tengo la cabeza llena de cosas, con que es importante educar y que no sabes en qué momento se te puede escapar la oportunidad, con no querer hacerlo mal…

En una ocasión escuché a un sacerdote decir que la ira, en grado moderado, era positiva. Que era lo que te levantaba por las mañanas y te ayudaba a “tirar” en ocasiones. ¡Imagina mi sorpresa! Sobre todo cuando me di cuenta de que, lo que yo llamaba genio, mala leche, garra…¡¡¡era ira!!! ¡Y estaba en mi vida instaurada tan campante!

Pero la ira muchas veces también refleja algo más: una tristeza y desesperanza ante la vida. Con la llegada de la Semana Santa, me he dado cuenta de que el problema es que vivimos olvidándonos de la alegría y la esperanza que supone ser hijo de Dios. Él, que cargó con la cruz y sufrió un calvario por nosotros y… ¡Resucitó como había dicho para traernos la esperanza del reino prometido! Llevar nuestra pequeña (en ocasiones no tanto) cruz diaria debería ser un acto de entrega alegre al Señor, de ofrecimiento de nuestra vida y de sabernos amados hasta el extremo de haber ofrecido su vida por nosotros.

*Hoy el desafío en familia* es resucitar a la alegría que nos da la esperanza de la promesa cumplida, la espera de la llegada al cielo, y que eso se transmita en nuestra vida diaria, en nuestros quehaceres y relaciones con los hijos, familia y amigos. Siéntete hijo de Dios, querido y afortunado, ¡porque lo eres!


sábado, 24 de marzo de 2018

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE RESCATAR

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 6 y 7 años.

*LA TENTACIÓN DE JUDAS*

Viernes por la tarde. Tienda de comida preparada. “Me pone dos tortillas, una con cebolla y otra sin, y una de croquetas”. Al verme pedir tantas cosas, acompañado de mis dos hijos pequeños, el encargado les pregunta: “¿De quién es el cumple?”
Mi hija de siete años, rebosante de felicidad: “No es mi cumple. Es que voy a hacer la Primera Confesión”.  

Tierra trágame. El dependiente preguntando porque no ha entendido bien, mi hija orgullosa dando explicaciones y yo literalmente tapándole la boca muerto de vergüenza. Incluso me llevo a mi hija aparte y le digo “Cállate”. 

Su mirada de desconcierto me golpea como a Pedro el canto del gallo. Y  me doy cuenta de cuánto la he  traicionado, a ella y al Señor. Cuántas veces, Señor, he pasado de alabarte el domingo, como en Ramos, para negarte al día siguiente en el trabajo. Cuántas veces internamente me he avergonzado de ti, de la vocación que me has dado, de mis hijos, de mi familia. Cuántas veces me comparo con otros y pienso que la fiesta de la vida está en otra parte, y yo me la estoy perdiendo. Cuántas veces me fijo sólo en los defectos de mi familia, incapaz de agradecer tan gran regalo.

*No me gusta la Semana Santa.*Creo que porque no me gusta saberme pecador. Prefiero sentirme redentor, ejemplo a seguir. Pero en Semana Santa suelo llevar unos cuarenta días incumpliendo mis propios propósitos. No he rezado lo que quería. No he escuchado, no he servido, no he… Y, como Judas, no quiero ponerme delante del Señor azotado, crucificado, porque siento que no he estado a su altura… 

Pero San Pablo me recuerda: *“¿Quién nos separará de Su amor?”*Y es cierto: Nada, ni la persecución, ni el dolor, ni nuestros peores pecados pueden separarnos del amor de Dios, que no perdonó a su propio Hijo para rescatarnos. 

*Hoy el desafío en familia* es dejarte rescatar. Deja que Dios sea Dios. Él nos quiere como somos, con nuestros pecados “inconfesables”, con el infierno que nos hemos creado, y no quiere que llevemos solos las cruces que nos han tocado. Busca su ayuda en la oración y los sacramentos. Dile, como Pedro: “Tú lo sabes todo…” Y Él te dará fuerzas nuevas para cuidar de ese rebaño -esa familia- que te ha encomendado.


sábado, 17 de marzo de 2018

HOY EL DESAFÍO ES MORIR A NOSOTROS MISMOS

Chema y Cristina tienen 5 hijos de 10,8,6,5 y 3 años 

*EL FIN DE SEMANA PERFECTO*

Chema y yo vamos a hacer 12 años de casados. Con cinco niños, lograr un fin de semana solos implica hacer encaje de bolillos. Pero habíamos conseguido planearlo todo. La abuela se quedaría con los nietos y, gracias a una cuñada y a varios padres de amigos, los niños iban a poder ir a todas sus actividades.

Pero, como dicen, el hombre propone y Dios dispone: cuando quedaba una semana, Chema se hizo un esguince jugando al fútbol. Para poder recuperarse necesitaba reposo. Eso significaba que el 50% de lo que había que hacer en casa y con los niños, que solía hacer él, se me sumaba a mi 50%...

Lo haces todo porque le quieres, pero el agote físico se nota al final de cada día. Y sobre todo el cansancio mental, la tentación de enfadarte con Dios y con el mundo.
Es entonces cuando te acuerdas del evangelio: “Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, que a infecundo; pero si muere, da mucho fruto.”

La mayor parte de nuestras tristezas no se deben tanto a las circunstancias externas, que pueden ser duras, como a ese hombre viejo y a esa mujer quejica que tenemos dentro, que sólo piensa en su propia satisfacción y hace cálculos de hasta cuánto me tengo que entregar. Pero cuando te das al 100%, cuando piensas en los demás, olvidándote de ti misma, te das cuenta de que Dios te recompensa con una honda felicidad y con un amor más grande hacia tu cónyuge y tu familia. Y, después de todo, logramos irnos el fin de semana... con muleta incluida.

*Hoy, el desafío en familia* es morir un poco más a nosotros mismos, para darnos más a Dios y a los demás. Venga lo que venga siempre tenemos la elección de transformar la cruz en amor, en lugar de dejarnos aplastar por ella.





sábado, 10 de marzo de 2018

HOY EL DESAFÍO EN FAMILIA ES IR A LA TINTORERÍA

María y Miguel tienen un hijo de 11 años.

*Pagar la cuenta*

Somos muchos hermanos y es complicado que logremos reunirnos todos. Los compromisos laborales y el hecho de vivir en ciudades distintas hacen que parezca misión imposible. Pero era el 70 cumpleaños de mi padre y merecía la pena el esfuerzo. Después de un intento fallido, lo conseguimos. Como no cabíamos en casa, nos fuimos a comer fuera. Pasamos un rato entrañable e hicimos un montón de fotos, conscientes de que la ocasión era única. Claro está que el abuelo pagó la cuenta. No se quejó de todos los que somos, ni de lo mucho que comimos, tampoco de lo cara que salió la factura. Se le veía feliz de tener a todos sus hijos alrededor.

Nuestro Padre Dios también pagó la cuenta. Una vez y para siempre. Una cuenta carísima, la más cara de la Historia. En ella estaban incluidos todos nuestros pecados, sin importar lo grandes que fueran. 

La Cuaresma es el tiempo de preparar esa reunión familiar. Espera el encuentro con ilusión.  Dios Padre acoge, nada importa lo grande que sea tu pecado. Él  perdona, siempre que vayas a pedirle perdón. Está deseando salir a tu encuentro y cubrirte de besos, como hacía el padre en la parábola del hijo pródigo, pero tienes que ponerte en marcha.

Esta semana, *el desafío en familia* es acudir a la tintorería de la confesión. Ve a lavar a fondo tu alma y tenla lista para Semana Santa. Da igual si hace un mes, un año o diez que no acudes, tu Padre Dios te está esperando en la figura de un sacerdote. Que este año, cuando llegue la fiesta, no te pille con el traje sucio.

PD: si quieres refrescar la memoria leyendo la parábola completa puedes acudir a Lc. 15, 11-32. ¡Feliz domingo de Cuaresma!


sábado, 3 de marzo de 2018

HOY EL DESAFÍO ES REDESCUBRIR LOS TALENTOS DE NUESTROS HIJOS

María y Álvaro tienen una hija de año y medio. 

*QUÉ QUEREMOS DE NUESTROS HIJOS*

Hoy, hablando con una amiga, me contaba que su sobrino con 2 años se sabe todas las capitales del mundo, porque su padre ha aprovechado esa impresionante plasticidad neuronal, esa capacidad de aprender que tienen los niños pequeños, para hacerle aprenderse todas estas ciudades.

No he podido menos que quedarme impresionada aunque no sé si positivamente. Qué duda cabe de que los niños tan pequeños son capaces de aprender muchísimo y que nuestra labor como padres es ayudarles a desarrollar esas capacidades. Ahora bien, la pregunta es: *¿hacia dónde?*

Con todo el tema del bilingüismo, las nuevas tecnologías y todas estas nuevas corrientes pedagógicas y educativas, muchas veces perdemos el norte y el sentido educativo. Y lo que es más importante, perdemos de vista que lo mejor para nuestros hijos *es aprender a amar*, y que no hay mejor maestro en el amor que el Señor. 

Hoy y siempre coger la Cruz parece un escándalo, una estupidez. Pero el Señor nos dice que “No hay amor más grande que el que da la vida por los que ama”. No queremos perder nuestros dones, pero se nos olvida que para dar fruto, como la semilla, hay que enterrarse y morir.  

*Hoy el desafío en familia* es redescubrir nuestros dones personales y familiares, así como los de nuestros hijos. Como padres, podemos ayudarles a descubrir cuáles son sus dones para ponerlos al servicio del Señor y de los demás, a dejar que sea Él el que los cultive y les ayude a entregarse.