sábado, 24 de marzo de 2018

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE RESCATAR

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 6 y 7 años.

*LA TENTACIÓN DE JUDAS*

Viernes por la tarde. Tienda de comida preparada. “Me pone dos tortillas, una con cebolla y otra sin, y una de croquetas”. Al verme pedir tantas cosas, acompañado de mis dos hijos pequeños, el encargado les pregunta: “¿De quién es el cumple?”
Mi hija de siete años, rebosante de felicidad: “No es mi cumple. Es que voy a hacer la Primera Confesión”.  

Tierra trágame. El dependiente preguntando porque no ha entendido bien, mi hija orgullosa dando explicaciones y yo literalmente tapándole la boca muerto de vergüenza. Incluso me llevo a mi hija aparte y le digo “Cállate”. 

Su mirada de desconcierto me golpea como a Pedro el canto del gallo. Y  me doy cuenta de cuánto la he  traicionado, a ella y al Señor. Cuántas veces, Señor, he pasado de alabarte el domingo, como en Ramos, para negarte al día siguiente en el trabajo. Cuántas veces internamente me he avergonzado de ti, de la vocación que me has dado, de mis hijos, de mi familia. Cuántas veces me comparo con otros y pienso que la fiesta de la vida está en otra parte, y yo me la estoy perdiendo. Cuántas veces me fijo sólo en los defectos de mi familia, incapaz de agradecer tan gran regalo.

*No me gusta la Semana Santa.*Creo que porque no me gusta saberme pecador. Prefiero sentirme redentor, ejemplo a seguir. Pero en Semana Santa suelo llevar unos cuarenta días incumpliendo mis propios propósitos. No he rezado lo que quería. No he escuchado, no he servido, no he… Y, como Judas, no quiero ponerme delante del Señor azotado, crucificado, porque siento que no he estado a su altura… 

Pero San Pablo me recuerda: *“¿Quién nos separará de Su amor?”*Y es cierto: Nada, ni la persecución, ni el dolor, ni nuestros peores pecados pueden separarnos del amor de Dios, que no perdonó a su propio Hijo para rescatarnos. 

*Hoy el desafío en familia* es dejarte rescatar. Deja que Dios sea Dios. Él nos quiere como somos, con nuestros pecados “inconfesables”, con el infierno que nos hemos creado, y no quiere que llevemos solos las cruces que nos han tocado. Busca su ayuda en la oración y los sacramentos. Dile, como Pedro: “Tú lo sabes todo…” Y Él te dará fuerzas nuevas para cuidar de ese rebaño -esa familia- que te ha encomendado.


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