domingo, 26 de agosto de 2018

HOY EL DESAFÍO ES IMAGINAR SU CARA DE FELICIDAD

Pilar y Guillermo tienen 5 hijos: de 20, 19, 14, 11 y 4

*UN GRAN TESORO*

En estas vacaciones hemos coincidido con un matrimonio cuyo tercer hijo, Pablo, de 3 añitos, tiene el síndrome de Down. El chico es muy avispado y simpático. A veces se juntaba con nuestro hijo Guillermo, de cuatro años, que hacía pandilla con algunos otros niños de la misma edad. Me encantaba observar a Pablo, pues no paraba de sonreír y dar gritos de alegría, aunque no se metía en el juego: estaba como en su mundo. Al poco tiempo se salía del grupo y se alejaba dando saltitos, como si nada. Transmitía felicidad, descomplicación... "Así quiere Jesús que seamos", se me ocurría.


Un día, en el patio, Pablo vino corriendo hacia mí, con cara de felicidad, y me dio una chinita. Yo puse cara de admiración, abrí mucho los ojos observándola, y como si de un gran tesoro se tratase, le di las gracias celebrándolo. Me sentía feliz de que me hubiera elegido. Enseguida salió corriendo dando grititos y rápido se agachó, recogió otra chinita y me la trajo de nuevo; yo lo volví a celebrar y se lo agradecí, y corrió a por otra y así lo estuvo haciendo durante un ratito. Creo que me trajo alrededor de 15 ó 20 piedrecitas que guardé, pues eran para mí algo muy importante, un gran regalo, un tesoro.

Me gustaba pensar que así es Jesús con nosotros: cada cosa que hacemos por Él, aunque sea pequeña o insignificante a nuestro entender, Él lo valora como pequeños tesoros y nos los va guardando. Y me ilusiona saber que está siempre esperando que nos acerquemos a ofrecerle todo lo que somos, todo lo bueno y lo no tan bueno, lo grande y lo pequeño, nuestras virtudes y nuestros pecados: si se lo regalamos, Él lo celebra por todo lo alto. 

Creo que eso lo entendieron rápido los apóstoles que le siguieron, porque eran gente sencilla, descomplicada. Por eso le dicen hoy en el Evangelio: "¿A quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna" Es verdad. ¿Quién da en este mundo tanto a cambio de tan poco? Nosotros le damos nuestras pobres chinitas y a cambio Él nos regala el cielo.

Por eso *hoy el desafío en familia* es regalarle todo lo que estamos viviendo con los que nos rodean, los más cercanos, en el trabajo, con los amigos...: nuestros pequeños o no tan pequeños problemas, nuestras dificultades y cruces, también nuestras alegrías y conquistas. Imaginar su cara de felicidad cuando le elegimos para dárselas. El Señor lo acoge todo como si fueran grandes presentes y a cambio, nos regala el Reino.


sábado, 18 de agosto de 2018

HOY EL DESAFÍO ES RECONOCER CUÁL ES NUESTRO CENTRO

María y Álvaro tienen una hija de dos años

*"¿ESTÁS TRISTE?"*

Nuestra hija de 2 años está aprendiendo a identificar emociones: cuando nos hacemos daño nos pregunta si tenemos pupa, cuando nos reímos se ríe también, y cuando nos enfadamos porque desobedece, nos pregunta: "¿Estás triste?"

En esta fase, te das cuenta de que todo lo que haces o dices los niños lo absorben como esponjas.

Ayer se me acercó mi hija, mientras navegaba en el ordenador, dándole vueltas a mis posibilidades laborales de este curso, y me preguntó: "¿Estás triste?" Yo le dije que no, y rápidamente me animé y me puse a jugar con ella a hacer torres de bloques... pero me quedé pensando... ¿Qué les transmitimos a nuestros hijos que nos da la alegría, que nos hace felices? Con nuestros actos, no con nuestros discursos. 

Hoy el Evangelio nos recuerda quién es el que nos da la vida, quién es la fuente de la que mana la alegría: "Si no coméis la carne del Hijo del hom­bre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros". Y es esa vida de la que tenemos que llenarnos y la que tiene que mover nuestro corazón. En nuestra boda leímos el Evangelio de los lirios, y hoy lo recordaba: "Buscad primero el reino de Dios, y lo demás se os dará por añadidura". Cuando estamos tristes es porque hemos quitado a Dios de nuestro centro.

Por eso *hoy el desafío en familia* es volver a centrar la mirada y buscar alimentarnos de Dios, reconociendo que El es el que nos da la alegría de vivir.




sábado, 11 de agosto de 2018

HOY EL DESAFÍO ES LLENARTE DE PAN DE VIDA

 Pascual y Esther tienen una hija de 2 años 

VACACIONES INTERRUMPIDAS 

Este verano se presentaba como un reto. Aunque la peque era un año mayor, había que contar con varias pruebas personales que nos acompañan. Aún con todo, haríamos lo posible por tener vacaciones. 

Sin embargo, el hombre propone y Dios dispone.

 Comenzamos las vacaciones con un planazo y todo salía rodado. Pero en el mejor momento, seguro que os ha pasado alguna vez: alguien se pone malo, se tuerce un tobillo, os llega una mala noticia de las familias de origen,... ocurre algo que parece que cambia todos los planes y los 'chafa' aparentemente. 

 La primera reacción, casi natural, es quejarme: Pero si todo iba bien, si era Tu plan y no el mío, si he hecho todo lo necesario y he tenido en cuenta todos los factores... ¿porque ahora tengo que suspender 'mis vacaciones'? Como si fueran de mi propiedad y no un regalo... Y surge una visión egoísta: ahora a romper todos los planes de 'mi descanso', con todo lo que me ha costado... 

 Mi enfermedad volvió a tocar a la puerta y frenó todas las marchas por el monte, las buenas comidas, juegos con la peque y actividades con la parroquia... pero nos centró. Nos hizo reflexionar. ¿De qué estábamos descansando? En ese descanso, ¿cómo llenábamos el corazón? El estómago no dejamos de llenarlo con un buen chuletón de esos que le hacen brillar los ojos a mi marido, pero viendo la lectura de hoy me doy cuenta de que no lo acompañábamos con el mejor Pan.

 Mi enfermedad nos dio la oportunidad de llenarnos del Pan de vida. En plena crisis, la Eucaristía parece ser el más maravilloso regalo, llega a tu corazón y todo lo inunda, se crece en ti hasta lo más profundo de tu alma... y me lo estaba perdiendo distraída entre manjares para el estómago. 

 Hoy el desafío en familia es no distraerse, llenarse del Pan de vida y disfrutar plenamente de las vacaciones. No permitamos que los cambios de planes, las preocupaciones, los retos y pruebas nos sirvan para alejarnos, sino que sean buen instrumento para abrazarnos más fuerte y saciarnos del alimento de vida eterna. Él nos está esperando siempre, acompasando el ritmo a nuestro paso para no dejarnos caer y tener momentos plenos, vida plena.



sábado, 4 de agosto de 2018

HOY EL DESAFÍO ES ENFRENTAR TU DOLOR EN FAMILIA

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 6 y 7 años.

*EL SUELO MÁS BLANDITO*

“Es que no es lo mismo andar por la Iglesia que andar por la calle”. 
Esto me lo decía una amiga a la salida de Misa, después de despedirse del cura recién ordenado y de desahogarse a medias con él. No se atrevía a contarle todo lo que había en su alma, a pesar de que él se lo había ofrecido, porque pensaba que no le iba a entender. 
*“No, claro, el suelo de la Iglesia está más blandito”,* resumió sin saberlo su hija de 10 años, que estaba poniendo la oreja en la conversación. 

A veces pensamos que los curas, o la gente de iglesia, no nos van a entender, porque no han experimentado la dureza de la vida real, como si vivieran un mundo más blandito, apto para todos los públicos. Y claro, todas esas historias de Jesús son muy bonitas, pero cuando la vida golpea, ni Jesús ni Disney te pueden ayudar. Estás solo. Nadie va a sufrir por ti. Y eso, no nos engañemos, no es más que una tentación.

Después de hablar largo y tendido con aquella amiga, mi mujer y yo nos dimos cuenta de que realmente su dolor no era para despachar con unos consejitos y unas palmaditas en la espalda. Y nos acordamos de tantas familias que lo están pasando mal: situaciones de paro, la enfermedad o incluso la muerte que llega sin avisar; pero peor que ese daño causado por la vida es el que te infligen las personas, muchas veces dentro de la propia familia: odios infundados, ingratitud, abandono, engaños, violencia de tantos tipos… Estremece pensar en todo ese dolor. ¿Qué respuesta puedes encontrar cuando te encuentras en esa situación? ¿No hay ninguna solución, ninguna salida para el sufrimiento?

Una respuesta es la que nos da hoy Jesús en el Evangelio: “El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed”. Jesús no ha venido para evitar el mal. Lo que promete es saciar una sed más profunda que ese sufrimiento. ¿De qué tienes sed? ¿De sentido? ¿De amor? Él no te quita el dolor, pero te da la fuerza para transformarlo en amor. 

Por eso, *hoy el desafío* es enfrentar tu dolor en familia. No cedas a la tentación de cargar a solas con tu cruz. Busca un familiar, un sacerdote, un amigo con quien compartirla. Ora en familia. Cuando la vida golpea, en familia el suelo está más blandito. Compartida, la Cruz ya no pesa. Y compartido con Jesús, el dolor se convierte en la Cruz que salva. Mi dolor no es en vano: con él completo los padecimientos de Cristo por la salvación del mundo. No pierdas la esperanza: por más que el mal golpee, el amor es más fuerte.