sábado, 27 de octubre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES MIRAR ALLÍ Y DARTE

Pascual y Esther tienen una hija de 2 años

*«¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?».*

Esta semana ha sido dura y llena de Gracia. Y la guinda del pastel, escuchar a un amigo misionero que volvía de Venezuela. Cuando oigo la realidad de otros países en dificultad, violencia, pobreza, abuso de los poderosos, injusticias... me remueve desde lo más hondo.

No hubo nada de la realidad que nos contó que me dejara indiferente. Gente buscando algo que comer o vender en el basurero, tan solo 6 huevos o 1 pollo a precio de un sueldo mensual, saqueos constantes y violencia de todo tipo. Sin duda, el momento más doloroso fue escuchar y mirar a los ojos a las madres que acompañaban a nuestro amigo. Nos contaba el Padre Jesús, que ante semejante pobreza y ante el dolor de la injusticia, muchas madres se veían obligadas a dejar por 'un ratito' a sus hijos con la vecina. La triste realidad es que no vuelven, porque saben que si se quedan todos morirán de hambre. Salen de su país  buscando un poco de esperanza a cambio de muchísimo dolor físico y emocional. Abandonan el regalo más preciado que tuvieron, para ganar lo que sea, con la esperanza de que la vecina no repudie a su bebé y pueda, con el dinero que le envía, darle algo de comer.

Cuando miro y me hago consciente del infinito número de países sumidos en la pobreza absoluta por unas u otras modalidades del pecado del hombre, me derrumbo. 
Llega hoy fuerte el Evangelio y reduce el dolor de mi semana a la mínima expresión. Veo mi realidad y reconozco que soy una mimada del Señor. Y en ese momento no se conforma con consolarme, mostrándome la comodidad en mi vida, sino que me tiende la mano y me dice “¿Qué quieres que haga por ti?” Me siento profundamente amada, de ahí la necesidad de llorar con Dios su tristeza para con ellos.

*Hoy el desafío en familia* es que el Señor nos abra el corazón para mirar a los ojos a nuestros hermanos que sufren en tantos países. Que nos guíe la mirada donde ellos lloran con desesperación por las atrocidades e injusticias humanas. Que nos sirva este desafío para hacernos conscientes de la 'comodidad' de nuestra realidad. Que nos sirva para preguntarle al Señor dónde podemos profundizar en nuestra caridad para con ellos.


sábado, 20 de octubre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES MIMAR A JESÚS COMO A UN BEBÉ

Sara y Santi tienen cinco hijos de 10,8,7,3 años y una de 1 mes.

*ENGANCHADA A ELLA*

Hace un mes que nació Marta. Ya nos hemos acostumbrado a que hay otro tipo de llanto en casa, a que hay que darle de mamar el tiempo que necesite, a que hay que cogerla en brazos para darle cariño y seguridad…Es todo un cambio, aunque no haga mucho que estábamos así con su hermana. Me asombra lo rápido que se nos olvida el cansancio y la dependencia que tiene de ti un pequeño ser. Tiendes a pensar: “¿No comías y te dejaba aquí en la cuna tan a gusto?”

El otro día pensaba en que tenía muchas cosas que hacer pero estaba “enganchada” dándole de comer a Marta. Acto seguido recapacité: “No estás atrapada, estás haciendo algo que tienes que hacer y que quieres hacer, recuerda”. Sea pesado, cansado o auque no me apetezca, estoy ahí para ella porque, aparte de ser un bebé indefenso, la quiero con locura (la queremos, ¡claro!, jeje). Ahí fui consciente de que nuestra relación con Dios debería ser así, incondicional a los agentes externos que nos despistan de Él, de cuidarle, de tratarlo como lo trataría su Madre. 

Por eso, *hoy el desafío en familia* es mimar al Señor, a Jesús, como el bebé que quiso ser para nosotros. Da lo mismo si tienes niños pequeños o no, incluso si no tienes. Imagina cómo tratarías a uno, con qué cuidado y dándole lo mejor de ti. Ofrécele tu día con esos momentos de cariño especiales y esos tiempos sólo para Él, para que el vínculo que se genera en estas acciones dé fruto y os enganchéis el uno al Otro (Él ya está enganchado, sólo faltamos nosotros).


sábado, 13 de octubre de 2018

HOY EL DESAFÍO EN FAMILIA ES ENFRENTAR SU MIRADA

María y Miguel tienen un hijo de 11 años

*HABLAR SIN PALABRAS*

Antes ocurría solo los fines de semana, pero últimamente tengo la sensación de que ocurre con demasiada frecuencia. Entre mi marido y mi hijo se cruza una mirada de entendimiento y uno de los dos se arranca:
-Mamá, hoy juega...
- (¡Brrrrrrr!) ¿Otra vez? Pero si jugó hace dos días. 
- Es que eso era la "Champions", hoy es un partido de Liga.
Mi hijo me lo explica con cara de mamánoteenterasdenada.
A veces, incluso, detecto la "conversación" antes de que la verbalicen. Y lo prefiero, porque así tengo tiempo de hacerme a la idea de que otra vez el fútbol me ha fastidiado la tarde.

Jesús también habla sin palabras muchas veces, dice el Evangelio de hoy que "miró con cariño" a aquel joven rico. Siempre me he preguntado cómo miraría el Señor, y me descansa recrearme en esos pasajes: el hijo de la viuda, la llamada de Mateo, la mujer pecadora, el Calvario... y el joven rico. Cómo Jesús les hablaría sin palabras, qué les diría con esa mirada, cómo derramaría su cariño, su comprensión, cómo los amaría. También me gusta pensar que el joven rico tendría otro encuentro con Jesús, una segunda oportunidad, y que esta vez no tendría miedo de seguir a Cristo. Y se iría, por fin, feliz a su casa, a celebrar con los suyos la Buena Nueva. 

*Hoy el desafío en familia* es enfrentar Su mirada. Hoy puedes mirar al Señor y hablar con Él como cualquier personaje del Evangelio. Ponte delante del Sagrario y míralo con valentía, con confianza de hijo predilecto. Él te mira siempre con un inmenso cariño, como un padre mira al más pequeño de sus hijos. Pídele que te descubra qué te aparta de Él, qué defecto o hábito tienes que vencer para estar más cerca de los tuyos (al fin y al cabo, viene a ser lo mismo). Seguramente será algo pequeño: mal genio mañanero, alguna cabezonería, un poco de desorden...y no te vayas triste porque con Su ayuda siempre vencerás. Dios no pierde batallas. ¡Feliz domingo!


sábado, 6 de octubre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES ACOGER LA PROVIDENCIA DE DIOS


Guillermo y Pilar tienen 5 hijos: de 21, 19, 14, 11 y 4

*LOS CAMINOS DEL SEÑOR SON INSONDABLES*

Desde el pasado mes de mayo comenzamos como familia una nueva etapa: sin trabajo, pero con una indemnización y la prestación por desempleo. Desde Dios pensamos que esta situación, a pesar de la incertidumbre en la que nos sitúa, es a la vez una oportunidad para mejorar la conciliación trabajo-familia. Es un paso que nosotros no hubiésemos dado nunca sin este pequeño “empujoncito”. Así que, después de 23 años ejerciendo como informático, nos planteamos un cambio a la enseñanza, lo que implica hacer, para empezar, el máster de profesorado. Es una apuesta arriesgada, pues la indemnización recibida acabará agotándose con los gastos de una familia numerosa.

 “Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa: Tiempo para nacer, y tiempo para morir; tiempo para llorar y tiempo para reír;” Al leer estas palabras del libro de la Sabiduría, me venían a la mente mis tiempos, mis tiempos de trabajo y ahora de paro, tiempos de estudio, de salud, de enfermedad, tiempos que hemos experimentado todos en mayor o menor medida. Y el texto concluye razonando: ”Todo lo que Dios hace llega a su tiempo; pero ha puesto la eternidad en sus corazones, y el hombre no encuentra el sentido de la obra divina desde el principio al fin”. Hay mucha sabiduría en estas palabras. Los caminos del Señor son insondables, nos sobrepasan, siempre son mejores que los nuestros y tenemos que estar dispuestos a acogerlos como lo mejor que nos puede pasar. Esta ha sido nuestra experiencia como familia: los caminos por los que nos ha llevado el Señor no estaban en nuestros planes. Los hemos ido acogiendo más o menos conformes y ahora vemos que han sido lo mejor para la familia a pesar de que ha habido momentos duros.

Por eso *hoy el desafío en familia* es pensar en los tiempos que estamos viviendo actualmente y también en los que ya hemos pasado. Habrá de todo, tiempos buenos y tiempos de cruz y sufrimiento. Redescubrir cómo el Señor va haciendo camino con nosotros. Acogerlos todos como providencia de Dios y como el mejor camino para nuestra santidad y para alcanzar la vida eterna.