sábado, 30 de junio de 2018

HOY EL DESAFÍO ES TOCAR SU MANTO

Pascual y Esther tienen una hija de 2 años

*NUNCA LO TENDRÁS QUE HACER SOLO.*

Estos días atrás en nuestra familia nos hemos enfrentado ante la temida burocracia. Un tribunal médico definiría nuestros derechos según la posibilidad o no que tuviera de mejoría de salud en los próximos seis meses. Salimos frustrados y decepcionados casi como pensábamos que ocurriría. En nuestra memoria se repetían una y otra vez frases de la doctora. Al mismo tiempo un ruido de fondo constante, profundo y sin descanso repetía: CONFÍA.

Cuando llegamos a casa necesitábamos el cálido abrazo del Señor. Cogiendo la lectura de este domingo, leíamos a la mujer que durante 12 años tuvo flujos de sangre, y nos sentimos identificados. No solo por el número de años, sino por los continuos tratamientos sin éxito, que agotan a veces más de lo que te gustaría. Pero si lees entre líneas, te das cuenta de que no importa por lo que estés pasando: enfermedad, desánimo, crisis económica, crisis familiar, dificultades laborales,... porque nunca lo tendrás que hacer solo.
Pero eso sí, debemos acercarnos como la hemorroísa con la fe de que con tan solo tocar su manto la fuerza sanadora que sale de Él renovará nuestra vida.

*Hoy el desafío en familia* es revisar en tus dificultades donde os duele realmente y reconocer nuevamente que el tratamiento que verdaderamente funciona es el Señor. No vayas solo, coge la mano a tu esposo, esposa, hijos, meteros entre la multitud, entre esas tentaciones, miedos, inseguridades que os quieren distraer, y tocar juntos el manto de Cristo para que su fuerza sanadora os inunde este domingo


sábado, 23 de junio de 2018

HOY EL DESAFÍO ES HABLAR DE NUESTROS HIJOS... CON DIOS

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 6 y 7 años.

*¿QUÉ VA A SER DE MI HIJO?*

¿Será generosa? ¿Será ordenado? ¿Tendrá muchos amigos? ¿Jugará tan mal al fútbol como yo? ¿Será feliz? 
A lo largo del curso nos hemos repetido este tipo de preguntas, como cuando nuestra hija mayor, que empezaba este curso 2ª de Primaria, declaró la guerra a las matemáticas. Todo empezó con las sumas con llevadas. La tarea diaria se convirtió en una batalla campal: en vez de veinte minutos, duraba una hora. Era ver en la agenda la palabra “cálculo” y entrar todos en ebullición. Quién nos iba a decir, allá por febrero, ¡que iba a sacar sobresaliente en mates al final de curso!
También quería desapuntarse de patinaje, y de nuevo nosotros proyectábamos nuestros propios fracasos en Educación Física: ¿será, por nuestra culpa, una negada en los deportes? Al final, la profe nos dijo que lo importante no era compararla con otras niñas más hábiles, sino que ella fuera feliz patinando a su nivel. Y al final de curso ha conseguido… ¡no caerse!

Todos queremos lo mejor para nuestros hijos, pero muchas veces perdemos la perspectiva. Nos agobiamos al anticipar el resultado de nuestros esfuerzos educativos, sin darnos cuenta de que no tenemos todos los datos en nuestro poder. Primero, olvidamos contar con la libertad de nuestros hijos. Y segundo, olvidamos el plan que Dios tiene preparado para ellos.  
Hoy celebramos el nacimiento de San Juan Bautista. Desde antes de nacer, Dios tenía pensada una misión para él, al igual que para nuestros hijos. La nuestra es la misión de Zacarías, el padre de Juan: recordarles que Dios tiene un proyecto maravilloso para ellos, prepararlos para que respondan a su vocación, a la llamada divina. 
¿Y en qué consistirá esa vocación? Una cosa podemos decir: no en lo que nosotros nos imaginemos, sino en lo que imagina Dios, que es mucho más creativo que nosotros.

Por eso, *hoy el desafío en familia* es que hables con Dios de tus hijos (físicos o espirituales). Cuéntale cómo son, descansa en Él tus preocupaciones, pregúntale qué es lo que quiere de ellos. Y sobre todo, dale gracias por tenerlos, por haberlos llamado a la vida, al amor. Di con Zacarías: “Bendito seas Señor, porque has visitado y redimido a tu pueblo”. Sueña los sueños de Dios para tus hijos, porque Él es quien puede hacerlos realidad.




sábado, 16 de junio de 2018

HOY EL DESAFÍO ES BEBER DE LA FUENTE DE LA VIDA

Sara y Santi tienen 4 hijos de 10, 8, 6 y 2 años (y una en camino).

*CUANDO ESTÁS AGOTADO Y TODO TE PESA*

Con el embarazo, los niños y, por qué no decirlo… ¡los años!, la vida a veces se hace cuesta arriba. ¿No te pasa a veces que hasta pensar en hacer lo básico del día te agota? La comida, recoger a los niños, ir a trabajar, planificar el fin de semana… Todo parece una carga excesiva y de lo que tienes ganas es de bajarte del mundo para descansar un rato y que te dejen a tu aire.

Hace poco escuchaba en un curso que mucho depende de tener las necesidades de autocuidado cubiertas (sueño, comer bien, tiempo para ti…) pero también de la actitud que tengas ante las cosas. Es decir, que sepas que lo que haces, lo haces porque quieres. Esto me pareció muy importante, porque da un cambio radical al “por qué hago lo que hago”.

Cuando cuido de mi familia, lo hago porque la quiero. Cuando voy a trabajar, lo hago porque me gusta, o porque quiero trabajar para ganarme mi sustento. Cuando soy amiga de mis amigos, lo hago porque les quiero. Tener presente esto habitualmente en nuestra vida es difícil, porque el día a día te come y vas como un autómata.

Pero… ¿y darnos cuenta de que la razón última por la que hacemos todo esto es para dar gloria a Dios? Para adorarle, para acercarnos más a Él, para ser mejores hijos suyos… Estoy de acuerdo en que tenemos que cubrir unas necesidades primarias como son comer y dormir, pero cuando estamos exhaustos y la vida nos puede, ¿nos acordamos de ir a la fuente de vida que es el Señor a pedirle fuerzas para los retos que nos pone en el camino? ¿Recordamos que, aunque pueda no parecerlo en ocasiones, nuestro motor se alimenta de Él? “No sólo de pan vive el hombre”.

*Hoy el desafío en familia* es beber de la fuente de la vida, beber del Señor en la Eucaristía, en la oración, en un momento de recogimiento que tengas en el día para pedirle fuerzas. Te las dará, por la vía que Él considere (aunque a veces no nos demos cuenta). Recuerda que actúa de muchas maneras distintas: con un amigo que, de repente, te da el aliento adecuado, con tu marido o tu mujer que se pone especialmente servicial y colaborador, con tus hijos que “milagrosamente” llevan una semana de lujo, con una paz y fortaleza que no sabes de dónde vienen…


sábado, 9 de junio de 2018

HOY EL DESAFÍO ES MIRAR CON LOS OJOS DE DIOS

Patricia y Jorge tienen 3 hijos de 8, 5 y 3 años.

*COMPARACIONES ENTRE HERMANOS*

El otro día volvíamos del cole con mis dos hijos mayores, haciendo repaso de qué tal había ido el día a cada uno. Aprovechando el viaje de autobús revisamos los deberes que tenía que hacer el mayor para el día siguiente y planificamos la tarde para que le diera tiempo a ver un ratito del partido de fútbol de su equipo favorito.

Cuando llegamos a casa, tuve que recordarle en varias ocasiones que se sentara en su habitación a estudiar... a lo que él respondió:”¡¡Jolín!! ¡¡¡A mi hermana no la regañas ni le exiges nada!!!”
En ese momento me vino a la mente la parábola del hijo pródigo, y la actitud del hermano mayor...
¿Cuántas veces hemos tenido envidia de los que nos rodean? ¿Cuántas veces miramos a los demás teniendo la sensación de que su vida es más fácil, más llevadera que la nuestra? ¿Cuántas veces hemos caído en compararnos con los otros?

Y entonces, meditando sobre esto me di cuenta de algo, que Dios nos ama de manera particular a cada uno, con nuestros defectos y virtudes, y que a cada uno le pide, le llama a seguir un camino de santidad pensado en exclusiva para él. 

Por eso, *hoy el desafío en familia* es mirar con la mirada de Dios Padre. Déjate abrazar por su mirada amorosa, siente cómo te acoge y te perdona, cómo se ilusiona por ti. Nuestra única preocupación ha de ser para con Él. Darnos a Él y a los otros sin importarnos qué hacen los demás, ¡sabiendo que a Dios se le está cayendo la baba por ti!


sábado, 2 de junio de 2018

HOY EL DESAFÍO ES ACOGER LA PALABRA

María y Miguel tienen un hijo de 11 años

*CARAS DE FUNERAL*

Hace unas semanas enterramos a mi abuelo materno. Era muy mayor y estaba muy enfermo. Aunque  hacía años que no reconocía a nadie, yo tenía mucha pena. Al dolor natural de perder a un ser querido se unía la congoja de la incertidumbre, ¿habrá tenido un momento de lucidez para arrepentirse de todo lo que ha hecho mal? Seguro que sí, Dios es misericordioso, pero ¿y si no lo ha hecho? No podía quitarme esta idea de la cabeza. Mi abuelo no era practicante, tenía esa fe un poco tosca de muchos de nuestros mayores.

Fue un día extraño, agridulce. Por un lado tenía a toda mi familia reunida: mi marido, mi hijo, mis padres y todos mis hermanos. También estaban todos mis tíos y mis primos. Incluso familia más lejana a la que hace muchos años que no veía. Todos alrededor del altar: practicantes y no practicantes. Da mucha alegría. Por otra parte el motivo de la reunión era el entierro del abuelo, que no deja de ser triste.

La ceremonia fue reconfortante, pero hubo un momento que me conmovió profundamente.  El sacerdote se acercó al féretro y, llamando al abuelo por su nombre de pila, dijo: "No temas, Cristo murió por ti y en su resurrección fuiste salvado". Era como si Nuestro Señor en persona se hubiera acercado al abuelo para susurrarle al oído: "No tengas miedo, lo tengo todo controlado, te vienes conmigo, yo cuidaré de ti". Percibí claramente la ternura del Señor en esas palabras. La pena y la incertidumbre dieron paso a esa paz que sólo el Señor puede dar.

Durante los siguientes días medité cuántas veces veo en la liturgia una mera fórmula, y repito el salmo de la misa o las oraciones sin pensarlas, cuando Dios me habla a través de ellas.


*Hoy, el desafío en familia* es acoger la Palabra que Dios tiene preparada para ti. Te propongo quedarte con una fragmento de las lecturas de la eucaristía del domingo o de una oración vocal  y meditarlo durante los siguientes días , seguro que el Señor te quiere decir algo a través de esas palabras. Tú estabas en Su mente cuando las inspiró, porque piensa en ti a todas horas y desde toda la eternidad. Deja que la palabra de Dios inunde tu existencia y vivirás con la alegría y la confianza de los hijos de Dios. ¡Feliz domingo!