sábado, 16 de junio de 2018

HOY EL DESAFÍO ES BEBER DE LA FUENTE DE LA VIDA

Sara y Santi tienen 4 hijos de 10, 8, 6 y 2 años (y una en camino).

*CUANDO ESTÁS AGOTADO Y TODO TE PESA*

Con el embarazo, los niños y, por qué no decirlo… ¡los años!, la vida a veces se hace cuesta arriba. ¿No te pasa a veces que hasta pensar en hacer lo básico del día te agota? La comida, recoger a los niños, ir a trabajar, planificar el fin de semana… Todo parece una carga excesiva y de lo que tienes ganas es de bajarte del mundo para descansar un rato y que te dejen a tu aire.

Hace poco escuchaba en un curso que mucho depende de tener las necesidades de autocuidado cubiertas (sueño, comer bien, tiempo para ti…) pero también de la actitud que tengas ante las cosas. Es decir, que sepas que lo que haces, lo haces porque quieres. Esto me pareció muy importante, porque da un cambio radical al “por qué hago lo que hago”.

Cuando cuido de mi familia, lo hago porque la quiero. Cuando voy a trabajar, lo hago porque me gusta, o porque quiero trabajar para ganarme mi sustento. Cuando soy amiga de mis amigos, lo hago porque les quiero. Tener presente esto habitualmente en nuestra vida es difícil, porque el día a día te come y vas como un autómata.

Pero… ¿y darnos cuenta de que la razón última por la que hacemos todo esto es para dar gloria a Dios? Para adorarle, para acercarnos más a Él, para ser mejores hijos suyos… Estoy de acuerdo en que tenemos que cubrir unas necesidades primarias como son comer y dormir, pero cuando estamos exhaustos y la vida nos puede, ¿nos acordamos de ir a la fuente de vida que es el Señor a pedirle fuerzas para los retos que nos pone en el camino? ¿Recordamos que, aunque pueda no parecerlo en ocasiones, nuestro motor se alimenta de Él? “No sólo de pan vive el hombre”.

*Hoy el desafío en familia* es beber de la fuente de la vida, beber del Señor en la Eucaristía, en la oración, en un momento de recogimiento que tengas en el día para pedirle fuerzas. Te las dará, por la vía que Él considere (aunque a veces no nos demos cuenta). Recuerda que actúa de muchas maneras distintas: con un amigo que, de repente, te da el aliento adecuado, con tu marido o tu mujer que se pone especialmente servicial y colaborador, con tus hijos que “milagrosamente” llevan una semana de lujo, con una paz y fortaleza que no sabes de dónde vienen…


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