sábado, 2 de junio de 2018

HOY EL DESAFÍO ES ACOGER LA PALABRA

María y Miguel tienen un hijo de 11 años

*CARAS DE FUNERAL*

Hace unas semanas enterramos a mi abuelo materno. Era muy mayor y estaba muy enfermo. Aunque  hacía años que no reconocía a nadie, yo tenía mucha pena. Al dolor natural de perder a un ser querido se unía la congoja de la incertidumbre, ¿habrá tenido un momento de lucidez para arrepentirse de todo lo que ha hecho mal? Seguro que sí, Dios es misericordioso, pero ¿y si no lo ha hecho? No podía quitarme esta idea de la cabeza. Mi abuelo no era practicante, tenía esa fe un poco tosca de muchos de nuestros mayores.

Fue un día extraño, agridulce. Por un lado tenía a toda mi familia reunida: mi marido, mi hijo, mis padres y todos mis hermanos. También estaban todos mis tíos y mis primos. Incluso familia más lejana a la que hace muchos años que no veía. Todos alrededor del altar: practicantes y no practicantes. Da mucha alegría. Por otra parte el motivo de la reunión era el entierro del abuelo, que no deja de ser triste.

La ceremonia fue reconfortante, pero hubo un momento que me conmovió profundamente.  El sacerdote se acercó al féretro y, llamando al abuelo por su nombre de pila, dijo: "No temas, Cristo murió por ti y en su resurrección fuiste salvado". Era como si Nuestro Señor en persona se hubiera acercado al abuelo para susurrarle al oído: "No tengas miedo, lo tengo todo controlado, te vienes conmigo, yo cuidaré de ti". Percibí claramente la ternura del Señor en esas palabras. La pena y la incertidumbre dieron paso a esa paz que sólo el Señor puede dar.

Durante los siguientes días medité cuántas veces veo en la liturgia una mera fórmula, y repito el salmo de la misa o las oraciones sin pensarlas, cuando Dios me habla a través de ellas.


*Hoy, el desafío en familia* es acoger la Palabra que Dios tiene preparada para ti. Te propongo quedarte con una fragmento de las lecturas de la eucaristía del domingo o de una oración vocal  y meditarlo durante los siguientes días , seguro que el Señor te quiere decir algo a través de esas palabras. Tú estabas en Su mente cuando las inspiró, porque piensa en ti a todas horas y desde toda la eternidad. Deja que la palabra de Dios inunde tu existencia y vivirás con la alegría y la confianza de los hijos de Dios. ¡Feliz domingo!


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