sábado, 30 de marzo de 2019

HOY EL DESAFÍO ES SER SIEMPRE UN HOGAR AL QUE VOLVER

María y Álvaro tienen una hija de 2 años y un hijo de cuatro semanas

*LOS PRIMEROS RECHAZOS*

Acaba de nacer el pequeño, y nuestra hija mayor (qué raro suena para un mico de dos años...) pasa por momentos del "QUIERO ESTAR CON MAMÁ" al "Sólo papá" o "No quiero besos" al ir a dormir, echándome de su lado y mandándome fuera de la habitación. Es el proceso normal, es la adaptación que toca ahora, pero a veces da una punzada en el corazón ese rechazo, porque en el fondo son los primeros síntomas de libertad en lo que respecta a su relación con nosotros, nos damos cuenta de que su afecto y cercanía con nosotros depende de su decisión. 

Nuestros hijos harán idas y venidas, querrán estar con nosotros y luego... no querrán saber nada. Igual que el hijo pródigo.

Como padres nos golpea el rechazo, pero estamos llamados al amor en ese rechazo también, a que sepan que siempre les abrimos las puertas, que no se cierra nuestro corazón por que se hayan alejado.

Hoy el padre acoge al hijo pródigo aun cuando se ha ido rechazándole, cuando le ha dado la espalda y ha renegado de él. Y el hijo vuelve porque las promesas de fuera le han fallado, y recuerda, estando fuera, estando lejos, la comida de casa del padre.

Por eso *hoy el desafío en familia* es ofrecer a nuestros hijos un lugar, una casa, un hogar al que poder volver. Es plantearnos qué hacemos para que nuestra casa sea lugar de acogida y sepan que siempre serán acogidos y amados.


sábado, 23 de marzo de 2019

HOY EL DESAFÍO ES PREPARARSE PARA UNA CITA

María y Miguel tienen un hijo de 12 años 

*"¿POR QUÉ TENGO QUE ARREGLARME?"*

- En serio, ¿pensabas ir a la misa del domingo con la equipación de fútbol? Hijo, ¿no entiendes que es la-misa-del-domingo? Es importante, por lo menos unos vaqueros y unas zapatillas. 

Obedece porque no le queda más remedio, pero se va refunfuñando por lo pesada que es su madre. Reconozco que es un tema que me agota, que muchas veces he cedido y que creo que a él le cuesta tanto porque yo no lo vivo bien, y ya se sabe: fray ejemplo es el mejor predicador.

Lo tenemos mal planteado: llegamos justos a la iglesia, cuando no llegamos tarde. Y de ahí se deduce el resto: estamos distraídos en vez de recogidos y no aprovechamos la misa dominical. No hemos sabido vivir bien en familia esa alegría del encuentro con la comunidad. Por eso mi hijo no entiende que no puede ir de cualquier manera vestido. Igual que nos arreglaríamos para un evento especial y cuidaríamos la puntualidad, debemos cuidar esos detalles en la misa del domingo.

Dios le dijo a Moisés: "Quítate las sandalias de los pies, pues el suelo que pisas es terreno sagrado". A nosotros no nos pide que nos descalcemos, pero sí que observemos esos pequeños detalles como son la puntualidad y el arreglamos un poco. A pesar de que es fin de semana y de que nos merecemos un poco de descanso y de que quizá estamos hartos de arreglarnos a diario y correr para ir a trabajar. Dar importancia a lo pequeño es también, como nos pide el el Evangelio de hoy, convertirnos un poco. El Señor te espera; ¿vas a ir a su encuentro de cualquier manera?

Esta semana, *el desafío en familia* es ponerse guapo para una cita y ser puntual. Llegar a la misa dominical con unos momentos de antelación y un poco arreglados, para ser capaces de disfrutarla como se merece. Seguro que entre toda la familia conseguimos mejorar un poco en este aspecto. ¡Feliz domingo de Cuaresma!


sábado, 16 de marzo de 2019

HOY EL DESAFÍO ES PEDIR... CON PACIENCIA

Pilar y Guillermo tienen 5 hijos de 21, 20, 15, 12 y 5

*DESEOS DE VER LA GLORIA*

Nuestro hijo pequeño no deja de sorprenderme: es el típico chico brutote, muy diferente a su hermano mayor que fue siempre, desde pequeño, muy intelectual y tranquilo; después nacieron las chicas y este peque, el último (si Dios quiere), que ha llegado cuando Guillermo y yo ya somos mayores, me resulta divertidísimo. A veces pienso si ya le educamos más con mentalidad de abuelos que de padres, porque Dios nos lo regaló cuando ya se nos había olvidado lo que era un niño pequeño.

Y es que no para, es pura energía y nervio, y claro, tiene esa agresividad innata de los chicos. A veces me llega del cole con una herida en la frente y me cuenta muy orgulloso que se ha peleado y que el otro niño le ha arañado, o que han hecho una carrera y le han empujado y le encuentro con la rodilla magullada. Otras veces le veo matando “malos” desde el coche: todo vehículo que se arrima: “bang, bang”, no deja ni uno vivo…

Pero debajo de ese muchachote de 5 añazos que te enseña el bíceps para que veas lo fuerte que está también hay un corazón lleno de sensibilidad que va captando todo lo que le vamos intentando enseñar y todo lo que vamos hablando en familia. Hace poco se me acercó todo compungido diciéndome “Mamá, le he pedido a Dios que quiero ver a la Virgen María... y no me hace caso”. Uf, no sabía que contestarle, se le veía enfadadísimo con Dios. “Pues no pides tú nada, chaval” fue lo primero que se me pasó por la cabeza.

Claro, esa Mamá maravillosa de la que le hablan en el cole y a la que también rezamos en casa, tiene que poder verla, ¿por qué no? Y es que todos tenemos en el corazón ese deseo de gloria y de eternidad. Quien diga que no, es un poco mentiroso. Los apóstoles le pidieron a Jesús montar unas tiendas en el monte Tabor, porque ¡estaban en la Gloria! Pero no tocaba. Yo le intenté explicar a mi hijo que algún Día, cuando Dios quisiera, podría ver a su Mamá María.

*Hoy el desafío en familia* es aprender a tener paciencia con lo que le pedimos al Señor. Nos gustaría vivir en la gloria pero ahora nos toca vivir esas pequeñas o grandes cruces de cada día. Aprender a transmitir a nuestros hijos la esperanza en que hay algo más grande que a lo mejor no entendemos, que todo lo que vivimos aquí tiene un propósito y que nos está esperando para verle cara a cara cuando toque.


sábado, 9 de marzo de 2019

HOY EL DESAFÍO ES ACEPTARSE TENTADO

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 7 y 8 años

*¿QUIÉN TE QUIERE A TI?*

Subimos en el coche, tras las broncas habituales porque, cómo no, llegamos tarde. Tomamos la calle para salir del barrio y está el camión de la basura. No hay escapatoria. Lo aceptamos: hoy sí que llegamos tarde. Es algo que a mi mujer, siempre puntual y ordenada, le cuesta horrores, y que a mí normalmente me da igual. Pero se han cambiado las tornas y el que ha perdido la paz soy yo. 

Y mientras por dentro me acuerdo de los antepasados del conductor del camión, oigo a mi mujer que le dice a mis hijos: “¿Quién te quiere a ti?” Primero se lo pregunta al pequeño. Luego hace lo mismo con la mayor. Es un verdadero ritual: siempre preguntas lo mismo y siempre responden lo mismo, ya con siete y ocho años, con la misma voz de oso de peluche de cuando eran bebés: “Mamá” “¿Y quién más?” “Pues papá” “¿Y quién más?” Y en la lista salen los abuelos, los tíos, los primos, los profes, los amigos del cole, y el último, claro, Dios. 

He oído muchas veces este diálogo. Mamá suele hacerlo cuando quiere cambiar el humor de los niños. Y esta vez, que soy yo el malhumorado, me parece que me pregunta a mí; “¿Y quién te quiere a ti”. Y yo parece que respondo que si Dios me quisiera más, no me pondría delante ese camión de la basura. 

Dios hace las cosas así. Va en un camión y no nos deja adelantar. La mayor parte de las tentaciones vienen porque no nos gusta su manera de hacer las cosas. Nos impacientamos, queremos resultados ya. Queremos resurrección sin cruz. Pascua sin Cuaresma. Amor sin rutina. Libertad sin compromiso. Queremos el atajo, y lo queremos hacer solos. No queremos necesitar a Dios.

A veces te encargas con Dios, y le preguntas: ¿Por qué permites esta tentación? ¿Por qué me dejas solo? ¿Por qué no veo ya los resultados de mi esfuerzo? ¿Por qué no tengo ya una vida perfecta? Todo eso es una tentación. Y Dios te responde preguntándote a su vez: ¿Quién te quiere a ti? ¿Por qué no confías en mí? ¿Por qué no caminamos juntos? ¿Por qué no dejas que te llene con mi paz y mi alegría?

Lo peor de todo es que, al final, llegamos puntuales...

*Hoy el desafío en familia* es aceptarse tentado. Reconoce cuáles son tus tentaciones, en qué pones tu confianza, qué te quita la paz y la alegría. Después, muéstrate al Señor como eres. No camines solo. Como el niño que tiene miedo de caerse, cógete de las manos de tu Padre y de tu Madre. No te soltarán. 



sábado, 2 de marzo de 2019

HOY EL DESAFÍO ES MIRARSE CON ESPERANZA

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 7 y 8 años

*”HIJO, TENEMOS QUE HABLAR”*

Este martes tuvimos una conversación con nuestro hijo pequeño. El pobre estaba hecho un flan. A la salida del cole me había visto hablando con su tutor y luego simplemente le dije: “Cariño, estoy muy disgustado. Cuando lleguemos a casa, vamos a hablar seriamente mamá, tú y yo”. 

La verdad es que nosotros también estábamos agobiados. ¿Era nuestro hijo un ladrón y un mentiroso? Es de esas ocasiones en las que te preguntas si lo estás haciendo bien. Si le exiges demasiado, o demasiado poco. Si le das demasiados premios o poco cariño… De esos momentos en los que no reconoces a tu hijo. 

La historia venía de lejos. Esa misma mañana habíamos descubierto que había cogido un juguete que guardaba su madre en el armario…¡y él lo negaba! Y luego el profe nos explica que le estaba comiendo el almuerzo a un compañero. Y aquella historia de la peonza la semana pasada… Lo peor de todo era ver cómo lo negaba hasta cuando las pruebas eran irrefutables.

Nos sentamos los tres en el sofá, pero en lugar de acorralarle, le senté sobre mis piernas y lo abracé. 

Dios ha hecho lo mismo muchas veces conmigo. En cada confesión, cada vez que he perdido la esperanza de cambiar, de ser mejor, me ha sentado sobre sus rodillas y me ha dado un abrazo de padre. Me ha mirado con cariño y me ha dicho: “Tú no tienes esperanza pero Yo sí la tengo en ti”. 

Y ahora, ante mi hijo, me toca a mí elegir creer que puede cambiar. Quererle a pesar de todo. Hacerle ver lo que está mal y ayudarle a volver a empezar. Mañana mejor, como decía su profesora de Infantil. El vino bueno está por llegar, como nos recuerda el papa Francisco. De hecho, al día siguiente, sin que le dijésemos nada, se encontró una peonza y la llevó a objetos perdidos.  

Hoy, a las puertas de la Cuaresma, *el desafío en familia* es dejarse mirar con esperanza. Dios no ve sólo lo malo que hay en ti, sino lo bueno que es posible. Déjate curar por Él. Y mira con Sus ojos a tu familia.