sábado, 16 de marzo de 2019

HOY EL DESAFÍO ES PEDIR... CON PACIENCIA

Pilar y Guillermo tienen 5 hijos de 21, 20, 15, 12 y 5

*DESEOS DE VER LA GLORIA*

Nuestro hijo pequeño no deja de sorprenderme: es el típico chico brutote, muy diferente a su hermano mayor que fue siempre, desde pequeño, muy intelectual y tranquilo; después nacieron las chicas y este peque, el último (si Dios quiere), que ha llegado cuando Guillermo y yo ya somos mayores, me resulta divertidísimo. A veces pienso si ya le educamos más con mentalidad de abuelos que de padres, porque Dios nos lo regaló cuando ya se nos había olvidado lo que era un niño pequeño.

Y es que no para, es pura energía y nervio, y claro, tiene esa agresividad innata de los chicos. A veces me llega del cole con una herida en la frente y me cuenta muy orgulloso que se ha peleado y que el otro niño le ha arañado, o que han hecho una carrera y le han empujado y le encuentro con la rodilla magullada. Otras veces le veo matando “malos” desde el coche: todo vehículo que se arrima: “bang, bang”, no deja ni uno vivo…

Pero debajo de ese muchachote de 5 añazos que te enseña el bíceps para que veas lo fuerte que está también hay un corazón lleno de sensibilidad que va captando todo lo que le vamos intentando enseñar y todo lo que vamos hablando en familia. Hace poco se me acercó todo compungido diciéndome “Mamá, le he pedido a Dios que quiero ver a la Virgen María... y no me hace caso”. Uf, no sabía que contestarle, se le veía enfadadísimo con Dios. “Pues no pides tú nada, chaval” fue lo primero que se me pasó por la cabeza.

Claro, esa Mamá maravillosa de la que le hablan en el cole y a la que también rezamos en casa, tiene que poder verla, ¿por qué no? Y es que todos tenemos en el corazón ese deseo de gloria y de eternidad. Quien diga que no, es un poco mentiroso. Los apóstoles le pidieron a Jesús montar unas tiendas en el monte Tabor, porque ¡estaban en la Gloria! Pero no tocaba. Yo le intenté explicar a mi hijo que algún Día, cuando Dios quisiera, podría ver a su Mamá María.

*Hoy el desafío en familia* es aprender a tener paciencia con lo que le pedimos al Señor. Nos gustaría vivir en la gloria pero ahora nos toca vivir esas pequeñas o grandes cruces de cada día. Aprender a transmitir a nuestros hijos la esperanza en que hay algo más grande que a lo mejor no entendemos, que todo lo que vivimos aquí tiene un propósito y que nos está esperando para verle cara a cara cuando toque.


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