sábado, 9 de marzo de 2019

HOY EL DESAFÍO ES ACEPTARSE TENTADO

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 7 y 8 años

*¿QUIÉN TE QUIERE A TI?*

Subimos en el coche, tras las broncas habituales porque, cómo no, llegamos tarde. Tomamos la calle para salir del barrio y está el camión de la basura. No hay escapatoria. Lo aceptamos: hoy sí que llegamos tarde. Es algo que a mi mujer, siempre puntual y ordenada, le cuesta horrores, y que a mí normalmente me da igual. Pero se han cambiado las tornas y el que ha perdido la paz soy yo. 

Y mientras por dentro me acuerdo de los antepasados del conductor del camión, oigo a mi mujer que le dice a mis hijos: “¿Quién te quiere a ti?” Primero se lo pregunta al pequeño. Luego hace lo mismo con la mayor. Es un verdadero ritual: siempre preguntas lo mismo y siempre responden lo mismo, ya con siete y ocho años, con la misma voz de oso de peluche de cuando eran bebés: “Mamá” “¿Y quién más?” “Pues papá” “¿Y quién más?” Y en la lista salen los abuelos, los tíos, los primos, los profes, los amigos del cole, y el último, claro, Dios. 

He oído muchas veces este diálogo. Mamá suele hacerlo cuando quiere cambiar el humor de los niños. Y esta vez, que soy yo el malhumorado, me parece que me pregunta a mí; “¿Y quién te quiere a ti”. Y yo parece que respondo que si Dios me quisiera más, no me pondría delante ese camión de la basura. 

Dios hace las cosas así. Va en un camión y no nos deja adelantar. La mayor parte de las tentaciones vienen porque no nos gusta su manera de hacer las cosas. Nos impacientamos, queremos resultados ya. Queremos resurrección sin cruz. Pascua sin Cuaresma. Amor sin rutina. Libertad sin compromiso. Queremos el atajo, y lo queremos hacer solos. No queremos necesitar a Dios.

A veces te encargas con Dios, y le preguntas: ¿Por qué permites esta tentación? ¿Por qué me dejas solo? ¿Por qué no veo ya los resultados de mi esfuerzo? ¿Por qué no tengo ya una vida perfecta? Todo eso es una tentación. Y Dios te responde preguntándote a su vez: ¿Quién te quiere a ti? ¿Por qué no confías en mí? ¿Por qué no caminamos juntos? ¿Por qué no dejas que te llene con mi paz y mi alegría?

Lo peor de todo es que, al final, llegamos puntuales...

*Hoy el desafío en familia* es aceptarse tentado. Reconoce cuáles son tus tentaciones, en qué pones tu confianza, qué te quita la paz y la alegría. Después, muéstrate al Señor como eres. No camines solo. Como el niño que tiene miedo de caerse, cógete de las manos de tu Padre y de tu Madre. No te soltarán. 



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