sábado, 2 de marzo de 2019

HOY EL DESAFÍO ES MIRARSE CON ESPERANZA

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 7 y 8 años

*”HIJO, TENEMOS QUE HABLAR”*

Este martes tuvimos una conversación con nuestro hijo pequeño. El pobre estaba hecho un flan. A la salida del cole me había visto hablando con su tutor y luego simplemente le dije: “Cariño, estoy muy disgustado. Cuando lleguemos a casa, vamos a hablar seriamente mamá, tú y yo”. 

La verdad es que nosotros también estábamos agobiados. ¿Era nuestro hijo un ladrón y un mentiroso? Es de esas ocasiones en las que te preguntas si lo estás haciendo bien. Si le exiges demasiado, o demasiado poco. Si le das demasiados premios o poco cariño… De esos momentos en los que no reconoces a tu hijo. 

La historia venía de lejos. Esa misma mañana habíamos descubierto que había cogido un juguete que guardaba su madre en el armario…¡y él lo negaba! Y luego el profe nos explica que le estaba comiendo el almuerzo a un compañero. Y aquella historia de la peonza la semana pasada… Lo peor de todo era ver cómo lo negaba hasta cuando las pruebas eran irrefutables.

Nos sentamos los tres en el sofá, pero en lugar de acorralarle, le senté sobre mis piernas y lo abracé. 

Dios ha hecho lo mismo muchas veces conmigo. En cada confesión, cada vez que he perdido la esperanza de cambiar, de ser mejor, me ha sentado sobre sus rodillas y me ha dado un abrazo de padre. Me ha mirado con cariño y me ha dicho: “Tú no tienes esperanza pero Yo sí la tengo en ti”. 

Y ahora, ante mi hijo, me toca a mí elegir creer que puede cambiar. Quererle a pesar de todo. Hacerle ver lo que está mal y ayudarle a volver a empezar. Mañana mejor, como decía su profesora de Infantil. El vino bueno está por llegar, como nos recuerda el papa Francisco. De hecho, al día siguiente, sin que le dijésemos nada, se encontró una peonza y la llevó a objetos perdidos.  

Hoy, a las puertas de la Cuaresma, *el desafío en familia* es dejarse mirar con esperanza. Dios no ve sólo lo malo que hay en ti, sino lo bueno que es posible. Déjate curar por Él. Y mira con Sus ojos a tu familia.


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