sábado, 27 de abril de 2019

HOY EL DESAFÍO ES SENTIRNOS HERMANOS

Guillermo y Pilar tienen 5 hijos de 21, 20, 15, 13 y 5

*CADA UNO DE SU PADRE Y DE SU MADRE*

Las ocurrencias de mi hijo pequeño dan para muchos retos. El otro día nos preguntó, mientras comíamos, si todos sus hermanos, al igual que él, habían salido de mi barriguita. Yo le dije que sí, por supuesto que todos habían salido de mi barriguita, que todos venían de mamá con la semillita de papá, por eso eran hermanos. Entonces todo convencido exclamó: ¡Pero si Juan antes tenía otra mamá y otro papá! Todos nos quedamos perplejos y nos empezamos a reír ¿De donde se habría sacado eso? ¿Piensa que su hermano mayor es adoptado? El caso es que no nos supo decir cómo había llegado a esa conclusión, y rápidamente le explicamos que no, que Juan sólo había tenido una mamá y un papá y que éramos Guillermo y yo.

Después le he dado vueltas a cómo es que pensaba semejante cosa de su hermano. Me imagino que como lo ve tan mayor y tan grande, casi como otro padre, y además tan diferente a él, pues ha deducido que Guillermo y yo no podemos ser sus padres primeros. Y es que, si me paro a pensar todos nuestros hijos, son muy diferentes. Como solemos decir: “Cada uno de su padre y de su madre”. El mayor es tranquilo y reflexivo, otra superresponsable y organizada, una soñadora y desordenada, la otra muy despistada y sensible… El peque nos ha salido extrovertido, nervioso y picaruelo, demasiado impulsivo... pero ¡¡todos hijos de los mismos padres!! Y a todos los queremos inmensamente...

Igual que en la Iglesia cada uno es diferente, pero todos somos hijos de un mismo Padre. A veces nos cuestan algunas personas porque no son como nosotros, o tal o cual comunidad cristiana que hace las cosas de distinta manera, sin pararnos a pensar que todos somos hermanos, y que el Señor nos quiere a todos con nuestras peculiaridades. Como dice hoy en los Hechos: *“Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles… lo tenían todo en común… A diario acudían al templo todos unidos, celebrando la fracción de pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría”*. Esto lo tenían muy claro después de la muerte y resurrección de Jesús: todos se quedaron unidos, ayudándose, protegiéndose y arropándose hasta que Jesús con su Espíritu les dio el aliento necesario para salir a comunicárselo al mundo. Tenían miedo, pero cuando llegó el Señor sintieron alegría y protección.

*Hoy el desafío en familia* es sentirnos hermanos, tanto en nuestra familia, como en la Iglesia. Transmitir a nuestros hijos ese ser hijos de un mismo Padre. Transmitirles esa protección que tienen que sentir también de Dios. Para sentirse hermanos necesitan ver que estamos ahí para todo y que no los dejamos solos. Eso les da seguridad y les ayuda a crecer unidos como si fueran uno. Pedirle al Señor, también como padres, que nos ayude a ser como es Él para nuestros hijos.


sábado, 20 de abril de 2019

HOY EL DESAFÍO ES PONERSE LAS GAFAS DE PASCUA

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 7 y 8 años.

*SOLOS EN EL CENÁCULO*

Esta es la noche de las promesas cumplidas. Aunque también es la noche del miedo y la desesperanza. Sin ella, las palabras de Jesús quedan sin sentido. “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo…” pero “El que pierda su vida por mí la encontrará…” Tras la muerte de Jesús, aquí encerrados en el cenáculo por miedo a las autoridades, puede parecer que el que pierde su vida… pierde su vida y ya está. 

A veces mi corazón está así: asustado, lamiéndose las heridas. Solo. De boquilla, somos como Pedro. Prometemos ser fieles en las buenas y en las malas, pero llegan las malas y salimos corriendo. Esperábamos un martirio glorioso, y cuando llega en “formato familiar” (pañales, taca taca, malentendidos, enfermedades, apreturas, o simplemente: rutina) salimos corriendo. Tratamos de salvar nuestra vida y es cuando nos hundimos, porque sin fe y esperanza el amor se apaga rápidamente. Y te quedas como Pedro. Ha pasado Jesús con la cruz y le has dado la espalda. 

Pero no todo se queda en la muerte. Jesús, que murió por ti, va a resucitar también por ti. Murió diciendo: “Perdónales porque no saben lo que hacen”. Y regresa para soplar el Espíritu sobre nosotros, para darnos el perdón de los pecados. Pero corremos el riesgo de negarnos a acogerlo.

Por eso, *hoy el desafío en familia* es ponerte las  gafas de Pascua. No estamos solos. Jesús te sale al encuentro, te acompaña en el camino, quiere quedarse con tu familia al atardecer, partir contigo el pan, compartir tus historias, darle sentido a tus cruces. Déjate contagiar de la alegría del Resucitado, y lleva esa Buena Noticia a los demás.


sábado, 13 de abril de 2019

HOY EL DESAFÍO ES ESTAR ATENTO A SUS MENSAJES

Sara y Santi tienen cinco hijos de 11,9,7,3 y 7 meses.

*TANTO QUE REFLEXIONAR…*

Leyendo el Evangelio de hoy, intento acompañar al Señor en su camino y dejarme interpelar por Él. ¡Surgen tantas reflexiones y deseos!

Veo, primero, las incoherencias de Pilatos: Señor, él intenta salvarTe porque sabe, en el fondo, que no está obrando bien, pero flaquea. Señor, yo quiero ser valiente en mi vida, defender mi fe y ser coherente viviendo como Tú esperas. Viviendo esa vocación a la que me llamas.

Veo, después, como callas, Señor, ante las muchas preguntas de Herodes: viendo lo fácil que nos resulta saltar ante las provocaciones, tu prudencia y tu mesura son un modelo a seguir. 

Veo al pueblo de Jerusalén, y me identifico con él: cómo pasamos en una semana de acogerte con ramos y alegría a pedir tu crucifixión. ¿Somos tan débiles en nuestras convicciones? ¿Tan lábiles? 

Veo al buen ladrón: su conversión y su rectitud final me parece una fuente de esperanza para todos. Nuestro momento de entendimiento y de conversión llega cuando estamos preparados. Como también le ocurrió al centurión.

Y te oigo… “Perdónalos porque no saben lo que hacen”: el perdón, esa gran asignatura que tanto nos cuesta. Y Tú… perdonándonos todo lo que Te hicimos, ¡y todos nuestros pecados!

“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”: confiar en el Padre, apoyar en Él nuestras batallas y abandonarse a Él. ¿Será el quid de la cuestión? 

*Hoy el desafío en familia* es leer el Evangelio buscando los mensajes que te puedan servir para reflexionar, orar y acompañarLe esta Semana Santa.



sábado, 6 de abril de 2019

HOY EL DESAFÍO ES SENTIR SU MIRADA

Pascual y Esther tienen una hija de 3 años

*VETE Y NO PEQUES MÁS*

Hoy nuestra pequeña la ha liado. Vamos, que la delgada línea roja no se la pasó, la ha pisoteado. Está claro que su línea roja está a gran distancia de la mía, pues no deja de tener 3 años. Se ha hecho consciente de dónde estaba la línea cuando estaba desbordada de ira y no encontraba el freno. Algo que todos conocemos, ¿verdad?, y en primera persona.

Hoy nos tocaba no conformarnos con un simple 'Lo siento’ o ‘Perdona mamá': era necesario aprender a enmendar nuestros errores. Y fue precioso ver cómo después de la tempestad viene la ... 'ranita naranja'. Si, la ranita saltarina la consiguió hace escasos días en un cumple, le encanta, juega a diario con ella. Pensaba que haría un dibujo para acercarse de nuevo, pero cuando llegó el momento, pedía perdón con una cabecita cabizbaja y alargando su bracito me regalaba su ranita. Mi corazón dio un vuelco, mi mirada cambió, me sentí mirada por Él. Podía ver y entender cómo Jesús miró a aquella mujer del Evangelio de hoy.

Nos dice el Evangelio que la mujer estaba punto de pagar con su vida por su pecado. Era humillada públicamente, juzgada públicamente. Me ayuda a ver cuántas veces con dureza juzgamos, humillamos, señalamos y hacemos pagar. Todo se remueve por dentro, pero necesito volver a la mirada de Jesús.

Mientras miraba a mi hija con la mayor alegría del mundo, pues acaba de hacer un ejercicio muy duro para su corta edad, y en tiempo récord, me dada cuenta de cuántas veces Él nos mira a mí, a ti, a tu marido, esposa, hijo, compañero de trabajo, jefe... Ve la debilidad, la fealdad de mi pecado, y no se angustia, me perdona, me mira con misericordia y me pone una misión: no te quedes ahí, no te ahogues en los juicios que hicieron, no te acorbardes por la debilidad, TUS PECADOS SON PERDONADOS, no vuelvas a caer.

Pero todos sabemos que volveremos a caer, igual que acogemos a nuestros hijos cuando les ocurre exactamente lo mismo al día siguiente (o 3 horas después), les volveremos a abrazar y ayudar a levantarse, enmendar y seguir. De la misma forma nos vuelve a acoger el Señor. 

Se nos acaba el tiempo de Cuaresma, tiempo de recogimiento, oración y penitencia. Por eso también me ayuda especialmente esa mirada de Jesús.

*Hoy el desafío en familia* es regocijarse en la mirada de Jesús a ti, como cuando miró a la mujer. Observa cuándo te sentiste juzgado y cuándo juzgaste. Observa cuándo te sentiste condenado y cuándo condenaste. Elige tu 'ranita naranja' y ofrécesela a Él que dio la vida por ti y por los pecados del mundo entero.