sábado, 25 de abril de 2020

HOY EL DESAFÍO ES ABRIRLE LA PUERTA

María y Álvaro tienen dos hijos de 1 y 3 años

DE VUELTA A CASA

Evangelio de Emaus. "Wohoo": escúchese como tono de alguien que después de pelear todo el día con los niños, contra su propio ánimo, con cosas de la casa, haber estudiado lo que ha podido... se sienta en el sofá y revisa el Evangelio del domingo para ver si tiene algo que ver con su vida. Y ve que no.

Los discípulos le reconocen al partir el pan, se encuentran, le quieren anunciar... muy bonito. Pero yo ahora a Dios no le termino de ver. Y… en realidad es lo mismo que les pasaba a ellos cuando volvían a su casa. Yo estoy también de vuelta a casa. 

Pasó la semana Santa, y con ella hemos superado una primera fase de confinamiento con una cierta esperanza. Pero ahora, entre pañales, rabietas y enfados me pregunto, ¿en verdad Él ha resucitado? Y aunque estoy ciega y no le veo, está caminando conmigo. Sólo tengo que invitarle a cenar con nosotros (y no tengo excusa, porque voy a estar en casa) para que pueda darnos luz, darnos esperanza, darnos vida. Y abrirnos los ojos para ver cómo se va haciendo presente en la entrega de tanta gente, en los rostros de mi marido y mis hijos... 

Por eso hoy el desafío en familia es abrirle las puertas de nuestro hogar. Así como está, sin recoger, lleno de enfados y peleas, de comidas ricas o de tuppers de comida preparada. Como estemos, que pase a partir para nosotros el pan y darnos la paz y esperanza que tanto necesitamos.



sábado, 18 de abril de 2020

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE ABRAZAR

Antonio e Isabel tienen tres hijos de 9 y 8 años y 8 meses.

ENCERRADOS EN EL CENÁCULO

Este mes de encierro lo hemos vivido cada uno de manera muy distinta. No es lo mismo tener jardín que no disfrutar ni de un balcón, trabajar en un supermercado que sufrir un ERTE, estar soltero que sobrevivir a siete hijos encerrados en casa… Por eso, cuando me preguntan cómo lo estamos llevando, respondo con un encogimiento de hombros. No nos podemos quejar. Y sin embargo, no puedo evitar sentirme bajo una losa gigante, sin un sentido claro.

Los apóstoles también estaban encerrados en el cenáculo, temerosos, sin horizonte, tras la derrota de Cristo. Podemos identificarnos con su desconcierto y su desesperanza. Y con sus reticencias a creer que Jesús ha resucitado. Yo soy un Tomás, si no lo veo, no lo creo. Pero lo que realmente no me puedo creer es la actitud de Jesús hacia ellos, hacia mí. El pequeño Judas que llevo dentro exige mi despido justificadísimo del grupo de los discípulos. La entrada de Jesús en el cenáculo debía ser la del juez: A ver, los que han estado al pie del cañón, bienvenidos al Reino. Juan, María… Y ya. Los otros, puerta. 

La buena noticia, Señor, es que no eres así. Me has elegido, me amas con mis pecados. Tus ojos están llenos de misericordia. Se me olvida por qué te has hecho hombre y has muerto por mí. Que no has venido a sanar a los sanos, sino a los enfermos. Se me olvida por qué has resucitado. Que quieres arrancarme la losa de mi falta de fe, esperanza y amor. Has resucitado para que vuela a nacer.

Hoy el desafío en familia es dejarse abrazar por Su misericordia. Si lo necesitas tanto como yo, tienes que pedir ese abrazo a Jesús. Tienes derecho a exigírselo. A veces pensamos que ser cristiano consiste en amar. Pero lo primero es dejarse amar. Llena tu casa de su amor incondicional. Asómbrate. Toca la señal de sus clavos. Ha muerto por ti. Sin condiciones. 



sábado, 11 de abril de 2020

HOY EL DESAFÍO EN FAMILIA ES VIVIR SIN FILTROS NI CORCHOS EN EL CORAZÓN

Santi y Sara tienen 5 hijos de 12, 10, 8, 4 y 1 año.

TE MANDO UN BESO REDONDO

Ha resucitado. Esta noticia de hoy, la hemos oído… ¿cuántas veces durante 30 o 40 años? (depende de la edad de cada uno, claro). Ciertamente creo que estamos un poco anestesiados ante noticias importantes. Nos hemos vuelto un poco de corcho ante imágenes impactantes, noticias fuertes y emocionantes. Son tantos los inputs que recibimos a diario, que ya no nos producen ni frío ni calor. ¡Necesitamos despertar!
Recuerdo un vídeo que circulaba por whatsapp que mostraba reacciones de asombro y gran alegría al recibir un mensaje que decía: “Resucitó”.  Todo el mundo lo reenviaba y se llenaba de gozo.

Así es como me quiero sentir yo. Quiero convertir mi corazón de corcho en un río de alegría que desborde e inunde todo lo que toque.

Ya hemos hablado alguna vez de una familiar que padece cáncer desde hace tres años. Ahora está en una fuerte lucha para superar una operación complicada a la que le han sometido. Por iniciativa de una gran amiga suya le han hecho un vídeo mandándole un montón de besos (sin palabras) de cada uno de los que rezamos y la sostenemos con nuestro amor y nuestra oración (lógicamente, no puede recibir visitas por el COVID 19). Es absolutamente emocionante ver cuánta gente la acompaña y está al pie del cañón. 

Si hacemos esto por los nuestros… ¿qué haremos por Él? Mandarle besos y piropos es lo mínimo, ¿no? Montarle un fiestón en nuestro interior. Llenar nuestras oraciones de agradecimiento por todo lo que ha pasado por nosotros. 

Así que hoy el desafío en familia es vivir sin filtros ni corchos en el corazón todo lo que significa que Él haya resucitado, darLe las gracias. Vivir coherentemente la alegría de nuestra salvación, de nuestra redención, de nuestro volver a empezar. Como dice la canción, “nadie te ama como Yo”, así que ¡a demostrarlo con obras y agradecimiento!. Feliz domingo, ¡ha Resucitado!


sábado, 4 de abril de 2020

HOY EL DESAFÍO ES ACEPTAR LA TRISTEZA

María y Miguel tienen un hijo de 13 años

TIEMPOS DUROS

Son tiempos difíciles. Para algunas familias, demasiadas, son tiempos terribles. Todos tenemos a alguien enfermo  entre  los nuestros. Muchos tenemos algún fallecido. La muerte es desgarradora y las condiciones actuales la hacen todavía peor. Pero no es todo negativo. Ayer lo hablaba con una amiga por teléfono: "Los que rezamos habitualmente, ahora lo hacemos sin parar y los que no solían rezar, ahora rezan un poco".

En este Domingo de Ramos sin procesión con el que comenzamos la Semana Santa, del Evangelio de hoy me hería el alma una frase: "Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro..." Los apóstoles se pusieron tristes; Jesús, Dios y hombre perfecto,  también lo estuvo en varias ocasiones, lo dice el Evangelio. Una de esas veces fue por  enfermedad y la muerte de Lázaro, su amigo del alma, lo decía el Evangelio del domingo pasado.  Llorar es humano y no debemos rechazarlo. Aceptemos la  tristeza de forma natural, con humildad. Como la sufrió Nuestro Señor.  Con esperanza, sabiendo que detrás de la tormenta, viene la calma. Y que el sol está ahí, aunque ahora seamos incapaces de verlo.

Hoy, el desafío en familia es aceptar la tristeza como una consecuencia natural del amor. Y acudir al único que puede sanar los males del alma. Porque para algunas heridas, profundas, solo Dios tiene el consuelo. Descansa en su regazo de Padre, llora lágrimas amargas en su presencia y agárrate de su mano amorosa. Él, que por amor sufrió los mayores tormentos, te ayudará a llevar tu cruz.