sábado, 4 de abril de 2020

HOY EL DESAFÍO ES ACEPTAR LA TRISTEZA

María y Miguel tienen un hijo de 13 años

TIEMPOS DUROS

Son tiempos difíciles. Para algunas familias, demasiadas, son tiempos terribles. Todos tenemos a alguien enfermo  entre  los nuestros. Muchos tenemos algún fallecido. La muerte es desgarradora y las condiciones actuales la hacen todavía peor. Pero no es todo negativo. Ayer lo hablaba con una amiga por teléfono: "Los que rezamos habitualmente, ahora lo hacemos sin parar y los que no solían rezar, ahora rezan un poco".

En este Domingo de Ramos sin procesión con el que comenzamos la Semana Santa, del Evangelio de hoy me hería el alma una frase: "Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro..." Los apóstoles se pusieron tristes; Jesús, Dios y hombre perfecto,  también lo estuvo en varias ocasiones, lo dice el Evangelio. Una de esas veces fue por  enfermedad y la muerte de Lázaro, su amigo del alma, lo decía el Evangelio del domingo pasado.  Llorar es humano y no debemos rechazarlo. Aceptemos la  tristeza de forma natural, con humildad. Como la sufrió Nuestro Señor.  Con esperanza, sabiendo que detrás de la tormenta, viene la calma. Y que el sol está ahí, aunque ahora seamos incapaces de verlo.

Hoy, el desafío en familia es aceptar la tristeza como una consecuencia natural del amor. Y acudir al único que puede sanar los males del alma. Porque para algunas heridas, profundas, solo Dios tiene el consuelo. Descansa en su regazo de Padre, llora lágrimas amargas en su presencia y agárrate de su mano amorosa. Él, que por amor sufrió los mayores tormentos, te ayudará a llevar tu cruz.



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