sábado, 2 de octubre de 2021

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE ABRIR LOS OÍDOS

María y Álvaro tienen dos hijos de cinco y dos años y una a puntito de nacer

¿OTRA BODA? 

Este mes pasado hemos tenido tres bodas, y ahora, cada vez que decimos en casa que hay alguna fiesta, la mayor me pregunta: ¿Una boda?

Y aunque ha sido un mes intenso, y yo estoy ya para pocas fiestas, estas bodas nos han recolocado un poco en nuestro matrimonio. Ver a otros felices, elegantes, habiendo preparado con todo el mimo la celebración, diciéndose que se entregan uno a otro para toda la vida... Te cuestiona. Y nos hemos mirado a los ojos mi marido y yo, y con cierto asombro hemos recordado que eso mismo que se están diciendo, nos lo dijimos hace unos años. Y que prometimos decirlo siempre, vivirlo cada día. 

Ay. Pero luego los estreses de la vida, la logística familiar nos puede empujar a convertirnos en un centro de gestión en que esas palabras del matrimonio tienen cabida relativa. Y esa ilusión por vivir con el otro (no por sobrevivir la semana, que los niños lleguen al cole, que comamos todos los días... Que está bien, pero no es lo primero del matrimonio) parece oculta tras la montaña de quehaceres.

El Señor hoy en el Evangelio nos recuerda que nos casamos para siempre. Pero no como un castigo, sino como un regalo, un proyecto común que no siempre es fácil pero en el que no estamos solos.

Por eso, el desafío de hoy es coger las palabras del rito del matrimonio, volver a prometernos aquello que nos dijimos. Puede ser en plan fiesta, con los niños y patatas fritas, o en el momento de 5 minutos antes de ir a dormir. Pero busquemos un momento de volver a recordar la entrega que nos hemos hecho.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.