sábado, 14 de abril de 2018

HOY EL DESAFÍO ES PEDIR AL SEÑOR PACIENCIA Y HUMILDAD

Pilar y Guillermo tienen 5 hijos de 20, 19, 14, 11 y 4 años.

*COMO LAS BUENAS CROQUETAS*

Hace poquito, dos esposos con poco tiempo de casados nos contaban, abriendo sus corazones, algunos problemillas que estaban teniendo. Él se quejaba de que las cosas no estaban siendo, en algunos aspectos, como él esperaba que debían ser en el matrimonio: tenía muy claro que “esto” debía ser así, y “esto” asá, que ella debía reaccionar de tal forma en estas ocasiones y de tal otra en estas otras… pero eso no ocurría como a él le hubiera gustado. Vaya, que tenía muy claro cómo debía ser el “matrimonio perfecto”, pero las cosas no salían bien… 

Me recordó un montón a mí de recién casada. Tenía las cosas “clarísimas” y quería imponerlas, exigiendo a Guillermo, muchas veces, una perfección difícil de alcanzar, hasta el punto de que ambos nos desesperábamos. Intenté tranquilizarles: las cosas tampoco les estaban yendo tan mal, simplemente él estaba impaciente por que saliera ya todo bien, pero eso no se consigue de la noche a la mañana, igual que Dios nos va trabajando poco a poco a cada uno. El matrimonio es igual: si nos dejamos, Dios lo va trabajando despacito. Solo tenemos que tener paciencia, la misma que tiene Él con nosotros. Guillermo y yo ahora seguimos fallando, seguimos teniendo los mismos defectos, pero estamos aprendiendo a aceptarlos y a vivir con ellos con tranquilidad.

Es como la buena cocina, que suele necesitar *paciencia y trabajo.* En casa, por ejemplo, a Guillermo le encanta cómo me salen las croquetas, pero para que me salgan así necesito estar mucho tiempo haciendo la bechamel. Dejo que vaya cociendo despacito la leche con la harina y, según se va consumiendo, voy añadiendo más leche y doy vueltas y vueltas con paciencia y con cariño. Puedo tardar hasta tres horas o más si quiero que salgan suaves y cremosas, suelo ocupar toda la mañana. Estoy segura de que, si le echara menos tiempo, tendría el mismo número de croquetas, pero mucho menos ricas, como yo digo: puro “engrudo”, que cuesta tragárselas...

*Así es como Dios trabaja en nosotros,* en nuestro matrimonio y en nuestra familia. A veces nos sabemos a la perfección la teoría, hemos ido a muchos cursos, sabemos los fundamentos. O tenemos una idea de cómo deben ser las cosas, pero nos damos cuenta de que no llegamos, que no es tan fácil. Y perdemos la paciencia. Entonces es cuestión de dejarlo en manos de Dios, dejar que Él lo haga.

*Hoy el desafío en familia* es pedirle al Señor que nos dé paciencia y humildad con nuestro matrimonio y nuestra familia, que nos ayude a no desesperar también con nuestros hijos. Que nos dé fe para aceptarlos con sus defectos igual que Él nos acepta con toda nuestra miseria. El tiempo, el amor y la paciencia irá haciendo a nuestra familia como a las buenas croquetas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.