María y Miguel tienen un hijo de 13 años.
BELÉN CONFINADO
Tenemos un belén muy original y divertido. Es de barro y artesano. Sus dimensiones son ya muy considerables, así que lo guardamos en casa de un familiar porque en nuestro piso diminuto no hay espacio. Cada año dedicamos un fin de semana a ponerlo y empantanamos toda la casa, pero este año no podremos ir a buscarlo a causa de los confinamientos. Mi hijo no da crédito: ¿que este año no hay belén? ¡Pero si casi es Navidad! Lo único que tenemos, porque lo guardamos en casa, es la corona de Adviento y un adorno para la puerta de la calle que hizo el niño cuando era pequeño. ¡Menos es nada!
El belén, el árbol y los adornos ayudan a preparar la fiesta, sobre todo cuando hay niños, pero no son lo más importante. Este es un año extraño y el tiempo de Navidad hace juego con él. No habrá cabalgatas, ni grandes cotillones. En los medios de comunicación se oye mucho la expresión: salvar la Navidad, y creo que llevan mucha razón, aunque no estoy pensando en el plano económico. Quizá este año no te apetece poner el árbol o no puedes (como nosotros). Tal vez estás triste o agobiado porque has perdido a alguien o porque no tienes trabajo, pero la Navidad no son regalos, ni adornos, ni luces, ni siquiera reuniones familiares. La Navidad es la mejor noticia: Dios viene en forma de niño para estar contigo.
Esta semana, el desafío en familia es salvar la Navidad. Ve a la esencia y celebra que Dios ha venido a la tierra para salvarte. Prepara la venida del Salvador con una oración por quien lo necesita, con una limosna, con una videollamada, con una sonrisa cálida, con una tarjeta de felicitación. Aprovecha para recordarte a ti mismo y a los tuyos que la Navidad es la llegada del Mesías. Es Dios-con-nosotros y eso no debemos dejar de celebrarlo, aunque la fiesta vaya por dentro. Feliz domingo de Adviento.
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