sábado, 16 de mayo de 2020

HOY EL DESAFÍO ES REENCONTRAR NUESTRO TESORO

Antonio e Isabel tienen tres hijos de 9 y 8 años y 9 meses.

ESTOY SATISFECHA CON MI TRABAJO

Esas eran las palabras de mi hija de 9 años, volviendo de la cocina con una cara más que de satisfacción, de felicidad. Lo increíble es que no era feliz por haber conseguido un premio. Venía de ayudar a su madre en la cocina. Pero tampoco era feliz por eso. Mamá estaba agobiada por el trabajo, refunfuñando mientras preparaba la cena, y nuestra hija se había dado cuenta. Así que, con mucho tiento para no llevarse algún ladrido, se había acercado a ella y había empezado a hacerle la pelota como sólo ella sabe hacerlo. Y de vez en cuando se acercaba feliz a explicarme que estaba consiguiendo cambiarle el humor. Ese era su trabajo, su misión. 

Asombra ver cómo los propios hijos maduran a pesar de todo lo que uno hace para educarlos mal. Y lo más impresionante es ver cómo brota en ellos la auténtica felicidad, la que no viene del tener o el conseguir, sino de hacer felices a los demás. Mi hija ha descubierto esto. 

En las lecturas de este domingo se nos invita a estar preparados para dar "razón de nuestra esperanza". La verdad es que cuesta dar razón de algo que no se tiene. A veces estamos codo a codo con Jesús en la cruz, y es entonces cuando más lejos nos sentimos de Él, como si sólo lo conociésemos de oídas. Pero Jesús permanece con nosotros, con tal de que lo dejemos entrar. 

Y es que no se trata tanto de ir por ahí "dando razones", como quien hace propaganda. Se trata de tener una razón, un motivo, un motor que hace latir el corazón. Ese motor que nos enciende... ¿es Jesús? ¿Cuál es el tesoro donde ponemos nuestro corazón? Porque dependiendo de ese tesoro, así será nuestra ilusión, nuestro sentido y nuestra esperanza. Y eso es lo que verán nuestros hijos, a pesar de todas las "razones" que les demos.

Qué diferencia cuando los vemos insatisfechos, quejosos, siempre encontrando motivos para pelearse, chivarse o criticar a los demás. Y ese malestar es resultado del vacío que siente el corazón cuando no está en su sitio. Y cuántas veces nos pasa a nosotros lo mismo. Andamos como Marta, afanados por tonterías, olvidando justo lo único necesario.

Por eso hoy el desafío en familia es recordar dónde hemos puesto nuestro tesoro y permanecer en él contra viento y marea, contra la rutina y las crisis, contra la tentación de buscarse otros idolillos que nos dejarán vacíos. Guarda tu corazón, tus ilusiones, tu sentido, para el único que no defrauda.


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