sábado, 22 de febrero de 2020

HOY EL DESAFÍO EN FAMILIA ES ABRAZAR A TU ENEMIGO

Antonio e Isabel tienen una hija de 9 años, un hijo de 8 y un bebé de 6 meses

¿ANTES O DESPUÉS DE CRISTO?

Se lo comen a besos. La llegada del bebé a nuestras vidas ha desplegado una capacidad de ternura que no podíamos imaginar en nuestros hijos mayores (sobre todo en el niño). Eso sí, no les pidas, no te atrevas a sugerir que desvíen uno de esos besos y cucamonas para su otro hermano. ¡Qué caras de asco! En eso no han cambiado: siguen acusándose, picándose el uno al otro, hasta el punto de que hemos decidido que para conseguir sus pegatinas no vale con hacerse la cama, o ser ordenados o no quejarse (que también). Hace falta que tengan algún detalle "espontáneo" con su hermano o hermana mayores. 

Ya se sabe: es la forma típica de quererse entre hermanos, pero no queremos acostumbrarnos. Y lo mismo sucede en un montón de relaciones familiares: no soportamos los achaques de los abuelitos, o las manías de los cuñados. Incluso a veces, a quien más nos cuesta perdonar es a nuestro esposo. Y, más aún, nos cuesta perdonarnos a nosotros mismos.

Pero Cristo ha venido a transformar el mundo con la revolución de la ternura. Marca un antes y un después y te pide que le sigas en su amor excesivo: que pongas la otra mejilla, que toques al leproso, que te dejes crucificar. Eso sí, te lo pide desde el amor: sólo si nos sentimos tan amados, tan abrazados, tan perdonados por él como un bebé en brazos de su madre podremos transmitir a los demás ese cariño que hemos recibido.

Por eso hoy el desafío en familia es encontrar a tu "enemigo" y abrazarlo de todo corazón. Y en ese abrazo, hacer sentir a tu prójimo el amor con que Dios le ama.


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