sábado, 22 de septiembre de 2018

HOY EL DESAFÍO ES VER A DIOS EN EL OTRO

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 6 y 7 años.

ACOSTUMBRADOS AL MILAGRO

Cada vez que salgo a la calle pierdo impepinablemente las gafas de sol graduadas… ¡Menos mal que impepinablemente también aparecen en el bolso de mi mujer! Es un milagro que no pierda la cabeza, me suelen decir. Lo que es un milagro es que ella no pierda la paciencia. 

Pero es fácil acostumbrarse al milagro. Damos por supuesto todo lo que el otro hace por nosotros, y nos fijamos más bien en lo que deja de hacer. Eso es lo que le pasaba a los apóstoles con Jesús. Vivían a diario con Dios hecho hombre. Lo veían actuar a cada momento por amor. Le oían decir que iba a entregar su vida por ellos. Y no se enteraban de nada. Están -estamos- enzarzados en discusiones por ver quién es el primero, quién tiene más razón, en definitiva, quién gana.

A veces mi mujer me pregunta por qué la quiero. Siempre me pilla por sorpresa, porque no es fácil, así, a bote pronto, acertar con las palabras. ¿Porque me encuentra las gafas de sol? ¿Por que sin ella los niños irían desnudos al cole? Insuficiente, aunque alargase la lista indefinidamente. ¿Porque sin ella estaría perdido? Demasiado facilón. Aunque cierto. ¿Porque ella es la que hace que mi vida sea un milagro? 

¿Poesía barata? ¿O es que, como los discípulos, nos hemos acostumbrado a los milagros? Por el matrimonio, mi esposo, con sus defectos, es para mí el rostro de Dios. Necesito mirarle con ojos nuevos, como el regalo que Dios me ha dado para alcanzar la felicidad, la santidad.

*Hoy el desafío en familia* es dejar que Dios se transfigure en mi esposa o esposo. Recuerda todo lo que habéis recibido, todo lo que admiráis el uno del otro. Atreveos a miraros a los ojos durante al menos… un minuto seguido. Desempolvad el milagro de vuestro amor. Y dad gracias a Dios por os lo ha concedido.



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