sábado, 1 de enero de 2022

HOY EL DESAFÍO ES NO CEDER

 María y Miguel tienen un hijo de 14 años

MONOTEMA

Hace ya mucho tiempo que la mayoría de las conversaciones giran en torno a lo mismo: coronavirus. Es agotador, y es, al margen de lo meramente sanitario, una fuente constante de discusiones y enfrentamientos en las familias. En la mía hay de todo, desde los directamente negacionistas hasta los paranoicos que no paran de lavarse con gel hidroalcohólico. Mi hijo, en plena adolescencia, no acaba de aceptar muchas cosas, de manera que he tenido que recurrir al clásico: "Porque lo digo yo, que soy tu madre".

Esta segunda Navidad con pandemia, en mi familia lo hemos llevado mal. El hastío va ganando terreno y cada vez vemos más lejos la luz al final del túnel. No estábamos preparados para un periodo tan largo... ¿cómo no ceder a la desesperanza? ¿Acabará esto alguna vez? El Evangelio de hoy nos indica el camino: "La luz brilla en la tiniebla". Sé que saldremos de esta, lo sé intelectualmente pero no sé cómo hacerlo, ¿cómo ayudar a los demás? ¿Cómo seguir adelante? El apóstol tiene la respuesta en la segunda lectura: rezar unos por otros y pedir que el Señor nos muestre la esperanza a la que hemos sido llamados.

Hoy el desafío es no ceder a la desesperanza, al pesimismo. Ser luz y fuente de vida para los nuestros. Quizá una luz débil y agotada, pero luz al fin y al cabo. No sabemos cuándo, pero esto acabará y hasta entonces tenemos que rezar y amar, y cuando no podamos más,  recordar que Él es la luz verdadera. ¡Feliz año!



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