María y Miguel tienen un hijo de 13 años.
SALÓN DE BELLEZA
-¿Cómo te ha ido en el colegio?
-Bien, tengo indulgencia plenaria.
-¿Cómo? (Cara de sorpresa y asombro por mi parte).
-Es que me he confesado, he comulgado y he ido a rezar por las intenciones del papa. (Pausa) Mamá, ¿qué es la indulgencia plenaria? (Ufff, volvemos a un nivel normal de conversación).
El profe de religión se lo había explicado y, aunque no había comprendido del todo, había pillado la esencia. Sabía que le había ocurrido algo muy grande porque estaba radiante de felicidad. Me recordó lo que oí decir a un sacerdote hace poco, que llamó al confesionario "el salón de belleza". De allí sales sin arrugas, sin bolsas, sin ojeras y sin manchas. Tu alma queda tan hermosa como amorosos son los ojos del Padre que te espera para el banquete.
En el evangelio de hoy está claro que el banquete es el Cielo, pero también es la misa dominical y tu hogar. ¿Cómo llegas a él cada día? ¿Contento y aliviado? ¿O gruñón y malhumorado? Quizá espantas al resto de comensales al llegar... Sería bueno pasar de vez en cuando por el salón de belleza para poner tu alma a punto, pero es absolutamente necesario ponerse cada día el vestido de fiesta antes de entrar a casa.
Hoy el desafío en familia es parar un segundo antes de entrar por la puerta de tu hogar para cambiarte. Haz un "stop", una parada obligada de dos segundos para quitarte el agobio, el mal humor y el desánimo. Ponte el cariño, la comprensión y la sonrisa, aunque estés agotado y te duela la cabeza. Es tu familia la que te espera al otro lado, no el enemigo, ponte para ellos tu mejor cara y así disfrutarás a diario un pequeño adelanto del banquete celestial. ¡Feliz domingo!
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