sábado, 5 de enero de 2019

HOY EL DESAFÍO ES BUSCAR EN LO ESCONDIDO

Antonio e Isabel tienen dos hijos de 6 y 8 años

*PESEBRE EN GRIEGO*

Los sabios de Oriente llegaron tarde. El momento guay de los ángeles cantando a coro se lo perdieron. De hecho, se les apagó la estrella. Herodes tampoco es que ayudase mucho. Vamos, que por poco no llegan. Lo fácil hubiera sido quedarse en Jerusalén. Le das los presentes a 
Herodes, que está más a mano, y te vuelves a casa. 

Después de tanto tiempo esperando a que llegase el niño Jesús, ha llegado la Navidad… y ni nos enteramos. Se supone que lo estábamos buscando… pero había otras estrellas que lucían más y nos hemos despistado. En el caso de mis sobrinos preadolescentes, su estrella era el Fornite, y un pack de petardos que iban a tirar en Nochevieja. En el de mi hija, el bebé que le han traído los Reyes. En el mío, más triste todavía: mi corazón ha estado puesto en… que no hubiera muchos problemas, en dormir bien, y encontrar algún rato “para mí”. 

Los Magos también se despistaron. Pero llegaron. Y lo más importante: Dios les estaba esperando en  el pesebre. Y a nosotros también. Eso es lo bueno, que la Navidad se repite cada día. Lo malo es que la estrella desaparece. O mejor, se ve muy poco. Porque a Dios le gusta esconderse. Entonces se hizo niño. Ahora se hace pan. Pesebre en griego se dice patena: esa bandejita redonda donde se pone a Jesús hecho pan. 

Me imagino el chasco que debió llevarse Melchor al llegar… a un establo. A lo mejor tenía tanta prisa por volver con Herodes, como yo porque acabe la Misa. Porque, no nos engañemos, no es que sea muy emocionante. Sería más fácil si Dios hiciese más efectos especiales, ¿no? Pero a Dios no le va ese rollo. Se esconde. Y si estamos pendientes de cosas que lucen más, simplemente nos lo perdemos. Pero también nos perdemos la vida, pues lo importante, el amor, está escondido en las cosas pequeñas. 

Por eso *hoy el desafío en familia* es buscar a Dios escondido. Ve al pesebre, a la patena, con tu incienso, tu oro y tu mirra: tus pequeños actos de amor escondido, tus platos lavados, tus sonrisas esforzadas, tus ratos “perdidos”, tu interesarte por la vida de los demás, el tiempo que has tardado en envolver regalos para que nadie se dé cuenta. Y Dios, que vive en lo escondido, te sonreirá. Aunque llegues tarde, como yo.

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