sábado, 14 de julio de 2018

HOY EL DESAFÍO ES DEJARSE ENVIAR DE VACACIONES

Guillermo y Pilar tienen 5 hijos de 20, 19, 14, 11 y 4 años.

*EN MEDIO DE LOS FUEGOS ARTIFICIALES*

Estamos de veraneo en la playa, en uno de esos lugares de la costa levantina de playas largas de arena fina y agua cristalina. Una de mis mayores preocupaciones cuando nos vamos de vacaciones es cómo mantener mi vida espiritual en medio de la vida ociosa (o no) del tiempo estival. La verdad es que la llenamos de "obligaciones" geniales: ir a la playa, comer sin prisas, paseos con helado, jugar largas partidas de cartas hasta entrada la noche... alguna quedada con viejos amigos, una paellita en el chiringuito... y ¿dónde meto mi vida espiritual? ¿Tenemos vacaciones de Dios? ¿Será que Dios es el que se ha ido de vacaciones? ¿Me tengo que olvidar de Él durante estos días? En seguida me sale la respuesta: ¡No puedo! ¡Te necesito, Señor cada día!

Por eso, Guillermo y yo estamos intentando no faltar a misa diaria. Nos hemos programado para tener ese hueco tan importante para nosotros. La capilla donde vamos está en un solar al aire libre y es la única que hay en toda la playa, así que no podemos elegir. Los primeros días, en el parking contiguo habían instalado un "mercadillo pirata" que bullía de gente: por todos lados colgaban banderas negras con la calavera, un simpático Jack Sparrow hacía reír a los niños, mientras el público compraba, la música sonaba continuamente y de vez en cuando tracas y petardos estallaban con el alborozo de todos. Al lado unas cuantas ancianitas intentaban seguir la misa. Nosotros también, aunque en el momento del Padre Nuestro o de la paz sonaran los fuegos artificiales... vaya... pero el encuentro con Cristo se produce, te llenas de Él, te da la fuerza.

Estos días he estado recordando otro verano: yo tendría unos 12 años, nuestros vecinos de apartamento eran una familia nortemaericana con la que congeniamos, hicimos amistad con sus hijos pequeños Ben y Bernie. Todos los días, a las 8, cuando estábamos jugando con Ben en la calle, se asomaba su madre a la terraza y le llamaba "¡Ben!"; él con un "Bye" se despedía y subía corriendo a casa. Después de varios días así tuve curiosidad y me asomé a su terraza, contigua a la nuestra. Allí estaba toda la familia rezando el rosario. Eso me impresionó mucho, nunca había visto a nadie rezar el rosario. Los rosarios para mí eran para colgar en la cabecera de las camas de las abuelitas. ¡Yo quería ser como ellos! También me explicaron que Bernie era el diminutivo de Bernardette y me regalaron una estampa de la niñita de Lourdes en el momento de la aparición de la Virgen. Aún la conservo. 

Muchas veces le he dado gracias a Dios por haberme puesto a esas maravillosas personas en el camino. Quiero ser como ellos, vivir mis vacaciones como si Dios me enviara. "Id de dos en dos", nos dice en el Evangelio. Alguna vez he escuchado que ahí Jesús también se refería a los matrimonios cristianos, pequeñas iglesias domésticas donde Él está presente.

Por eso *hoy el desafío en familia* es sentirse enviado por Cristo. Allá donde vayamos de vacaciones nos encontraremos con mucha gente. Muchos quizá no habrán oído hablar de Jesús, quizá nuestros hijos se encuentren con muchos niños que no saben de Dios. Por eso hemos de vivir en el Amor que nos une y mostrarlo sin avergonzarnos, vivir de la mano de María estos días de descanso para poder hacer presente al Señor en medio del ruido de los fuegos artificiales.



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