sábado, 17 de febrero de 2018

HOY EL DESAFÍO ES APROVECHAR NUESTRO DESIERTO

Santiago y Sara tienen 4 hijos de 10, 8, 6 y 2 años.

*CUANDO NO RECUERDAS QUIÉN LLEVA LAS RIENDAS DE TU VIDA*

“Otro embarazo…¡ups! De este hijo me está costando su actitud… ¡bufff! De esta hija me estresa que no sé cómo funciona su cabeza y no nos entendemos… ¡ays! Del trabajo me agobia que no me cunde como debería… ¡argh!  ¿Por qué? Yo pongo mucho de mi parte (o eso creo). Planifico, organizo, hablo con mis hijos, veo las cosas con antelación e intento prever…aunque mis defectos puedan interferir a veces, ¡otros lo harán peor!, ¿no?”. Así discurre mi pensamiento tantas veces al día.

La cabeza, e incluso el corazón, me los encuentro desencajados cuando las cosas no salen como yo esperaba o como había planificado. La tristeza, la desesperanza y el agobio se apoderan de mí.

Más de una vez me han recordado que *“los planes de Dios no son tus planes”,*“que Dios escribe recto con renglones torcidos”. Luego recuerdo que los niños tienden a pensar que los padres somos injustos porque ellos no ven la “jugada” entera. No saben por qué el NO de ese momento es importante, ni qué sentido tiene. A mí me pasa lo mismo. Como no es mi plan… ¡me revuelvo! Cierto es que, cuando ha pasado el tiempo y he visto cómo va encajando todo y que el caos ya no lo es tanto, que todo se va situando, pienso: “¿Ves? Aquí está Su mano y tú no lo veías porque mirabas sin fe”.

Pensando en la Cuaresma, me he dado cuenta de que nuestro desierto es precisamente este: las situaciones en las que no vemos más allá de nuestras limitaciones, nuestra falta de fe, nuestra sensación de que somos los dueños y señores de nuestra vida y nuestro rumbo, nuestro olvidarnos de poner a Dios en medio de nuestra vida…y tantas otras tentaciones que nos apartan del camino que hemos elegido.

*Hoy el desafío en familia* es aprovechar nuestro desierto lleno de tentaciones para apoyarnos en el Señor y, como Él, intentar vencerlas y preparar nuestro corazón para la Semana Santa. Aprovechemos este tiempo de recogimiento y oración para pedirle fuerzas al Señor para librar nuestras pequeñas o no tan pequeñas batallas.



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