Antonio e Isabel tienen tres hijos de diez, nueve y un año.
EN QUIÉN PONES LA CONFIANZA
Al ser los dos profes, Isa y yo nos hemos vacunado con una diferencia de una semana. A mí debieron de darme placebo, porque no tuve ningún efecto secundario. Isa, en cambio, se pasó dos días con fiebre, mareos y jaquecas.
Y apenas unos días más tarde, sale la noticia de que en varios países la están retirando. Parecería un chiste, si no fuera por lo serio del asunto. El resultado es que ya no sabe uno de quién fiarse, en esta época de desinformación y fake news.
En momentos así, hay que acudir al que tiene la respuesta: el Señor. Preguntar como Nicodemo, ese personaje del Evangelio que no entendía gran cosa, pero sabía que merecía la pena encontrarse con Jesús, aunque le complicase la vida.
Y qué repuesta recibe: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna".
Esto me pone en mi sitio. Primero: de lo que hay que salvarse no es de un virus, sino del pecado, del desamor. Segundo: para esa enfermedad ya tenemos vacuna segura: es Cristo que se entrega por ti, en la Misa, en la confesión, y en el matrimonio, que también es un sacramento.
Hoy el desafío en familia es vacunarse contra el pecado. Acude a la auténtica fuente de la salvación. Dile al Señor que solo en Él tienes puesta tu esperanza. Aunque a veces los efectos secundarios de la gracia tarden en notarse, la solución a las crisis familiares y personales es siempre poner al Señor en el centro. ¡Feliz domingo!
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