*TENSIÓN PREVIA A LA ACCIÓN*
Ya han pasado las 16 semanas y me tenía que incorporar a trabajar, ¡auch! A la mayoría de las mamás que me he ido encontrando por la vida les agobia bastante el tema de reincorporarse a la vida laboral después del nacimiento de un bebé. Tienes la cabeza llena de logísticas, cuidados, sueño, tiempos, siestas, más logística… En fin, que la vida se te llena de cosas y parece que el trabajo no cabe o que no vas a ser capaz de volver ponerte en “modo profesional”.
El caso es que después de hacerlo, con un poco de estrés, ves que puedes y vas cogiendo, poco a poco, el ritmo de lo que será tu nueva vida. Es, una vez más, eso de que el mundo no se para y tú tienes que subirte o bajarte en marcha, porque no te esperan.
Quien sí te espera, de hecho no te abandona ni antes ni después, es Dios. Incluso, leyendo el Evangelio de hoy, pensaba: hasta se bautiza como nosotros. El Bautismo de Juan era un rito de purificación, un gesto de que al entrar en el agua, morías a tu antigua vida de pecado. Jesús, que no tiene ninguna necesidad de hacerlo, realiza otro gesto más de acercamiento. Es más: va a morir para que nosotros tengamos la Vida con mayúsculas.
Por este motivo, *hoy el desafío en familia* es aceptar los retos que tienes por delante con la seguridad de que tienes a tu lado el apoyo y la cercanía del Señor. Él te dará la fuerza necesaria y te rodeará de quien te pueda acompañar y animar. No dejes de afrontar lo que venga. Esos trabajos no son en vano, Dios te mira y te dice: “Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco”. “Sed valientes” nos ha dicho el papa….¡a por ello!
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