LO ÚNICO IMPORTANTE
Nosotros encerrados y casi de cabezazos contra la pared, familiares que dan positivo, amigos ingresados, conocidos que han fallecido... y en mi cabeza surge la pregunta: ¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Cómo es posible? Hoy en el Evangelio me identifico con aquel que pregunta: "Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera este?" ¿No podría evitarse tanto sufrimiento? ¿No podría hacerse presente mediante muchos milagros ahora?
Pero, como siempre, el mismo Evangelio nos contesta: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Y en mi vida el Señor me lo vuelve a decir. Lo único importante es mirar a Dios y poner nuestra vida en Él. El dolor no es absoluto ni es eterno, lo único que es para siempre es Él.
Y aunque no lo entiendo, y no veo cómo esto puede mostrar la gloria de Dios, el ver cómo los profesionales sanitarios se dejan la piel y la gente lo reconoce por las ventanas, el ver cómo tantos otros profesionales relacionados con la alimentación, la seguridad, etc., siguen trabajando sin descanso, cómo padres y madres hacemos teletrabajo y cuidamos de los niños sin que nadie salga por una ventana, respirando hondo y amando en situaciones de estrés y agotamiento y cómo todos, creyentes o no, confían en salir "fortalecidos de esto"... Ver todo esto me muestra que, en esa impronta que Dios dejó en nosotros al hacernos a su imagen, Él hará cosas grandes modelando este dolor y este sufrimiento.
Y por eso hoy el desafío en familia es confiar. Confiar en Dios. Mirarle en la imagen que tengamos en casa y pedirle fuerza y confianza para vivir con fe la situación que a cada uno le toque.